Inicialmente, Damasco esperaba resolver la situación con la oposición por medios diplomáticos a través de negociaciones e involucrarla en la vida pública y política de Siria como un "perdedor honorable", recuerda el politólogo.
Esto es lo que se negoció en Astaná, donde se establecieron cuatro zonas de distensión —el suroeste de Siria, Guta Oriental, el norte de Homs e Idlib— para poner fin a los enfrentamientos armados entre las fuerzas gubernamentales y las de la oposición. Las tres primeras zonas ya están operativas, mientras que con la cuarta han surgido ciertos contratiempos.
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La estrategia en Idlib
Con su victoria, el Frente al Nusra va absorbiendo paulatinamente a otros grupos de la provincia. En realidad, la organización ha crecido tanto que ha comenzado una ofensiva contra las fuerzas gubernamentales en Hama. Pero por muy extraño que parezca, esto es algo que podría beneficiar a las autoridades sirias, destaca el autor.
Según explica Mirzayán, Damasco no quiere mantener un diálogo político con los terroristas, sino solucionar el problema de Idlib de la misma manera que lo hizo en Alepo, es decir, por la vía militar.
"Para justificar una intervención, Damasco necesita que los terroristas sean predominantes en Idlib. En este caso, sería más fácil convencer a Moscú de la necesidad de llevar a cabo una operación militar", añade.
El interés de los turcos
"Los turcos son responsables del alto el fuego y la lucha contra el terrorismo en esta zona. Pero cuando el Frente al Nusra tomó Idlib, se cuestionó la capacidad de los turcos de cumplir con sus obligaciones. Por lo tanto, necesitan solucionar rápidamente la situación por su propia cuenta", explica Leonid Isáev, arabista de la Escuela Superior de Economía.
Según Mirzayán, una de las opciones para lograrlo es organizar una invasión de Idlib por parte de las fuerzas de la oposición siria, que se encuentran ahora en el norte de Siria, una zona controlada por Turquía.
No obstante, la situación se complicaría puesto que hay que atacar a los kurdos, aliados de EEUU.
"El problema es que una ofensiva contra los pueblos árabes formalmente controlados por los kurdos será percibida como una operación contra todo el cantón [kurdo]. En este caso, los kurdos, aliados de los estadounidenses, podrían suspender las operaciones en Al Raqa y Deir Ezzor y frustrar los planes de Estados Unidos", concluye Mardásov.