La propuesta enumera una lista de aeronaves militares —de combate, transporte y reconocimiento— que serán operadas y mantenidas por los empleados de la empresa privada y utilizadas para el apoyo aéreo cercano o la logística militar, a petición de los militares afganos.
Una de las ventajas declaradas es la capacidad de "una rápida respuesta en cualquier zona del país en menos de una hora". También se notan la capacidad de realizar "evacuaciones de los heridos en pleno combate".
Mientras Afganistán carece de una fuerza aérea moderna y vive un proceso de renovación —necesario para imponerse en el conflicto afgano—, la propuesta de Prince podría servir como una 'armada interina', escribe Military Times.
Es difícil imaginar que Afganistán acepte una fuerza aérea privada en su territorio, opinó el exembajador norteamericano en el país asiático, Ronald Neumann.
Además, surgen las cuestiones de la legalidad y la eficacia económica: según el exdiplomático, los militares privados estarán fuera del cuadro legal internacional, y "la idea de que una fuerza aérea privada sea más barata es ridícula" ya que correría los mismos gastos que una rama militar 'oficial'.
Al mismo tiempo, "la aviación es crucial a la hora de combatir el terrorismo", según un representante de la Defensa afgana citado por el medio, y el Ejército del país necesita aeronaves modernas para proteger las regiones del país de los terroristas.
A pesar del rechazo de comentar el asunto por parte de los oficiales afganos y del Pentágono, para Prince, conocido como director general de la controvertida empresa militar privada Blackwater y que actualmente emplea su fuerza aérea privada en diferentes partes, la oferta 'innovadora' puede ser simplemente un negocio más.
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