"A no ser que el presidente Trump nombre un secretario del Ejército enérgico y bien informado, presto a exigir responsabilidades a sus generales y cambios drásticos, las Fuerzas Armadas perderán la primera batalla de su próxima guerra", escribe el analista.
El autor recordó que pronto comienzan las maniobras de la OTAN en Bulgaria. Las tropas de desembarco de la Alianza Atlántica se introducirán en el territorio de un enemigo virtual, establecerán su control sobre un aeródromo y "acumularán potencia de combate" para futuras operaciones.
Macgregor opina que estos ejercicios equivalen al entrenamiento de un suicidio, y los socios de Europa del Este y Rusia lo saben perfectamente. Cualquier operación de esta envergadura requeriría de la supremacía de EEUU tanto en el mar como en el aire. Además, se necesitaría la supremacía de los militares estadounidenses en dicho territorio.
Otro 'lío' para el Ejército de EEUU es su férreo compromiso de mantener a unos 200.000 soldados en África, Asia y Oriente Próximo a causa de las operaciones que Washington realiza en estas regiones.
"El poder de combate radica en las formaciones militares, no en el número de soldados. En la actualidad, el Ejército de Estados Unidos está desplegado en todos los rincones del globo, mientras que sus formaciones contemporáneas son una reliquia del pasado", reflexionó Macgregor.
Las unidades del Ejército en su estado actual no están preparadas para las acciones integradas en la situación más peligrosa desde la Segunda Guerra Mundial, sentencia el experto.
Desde su punto de vista, la amenaza de una situación crítica equiparable a la de la guerra de Corea en la década de los 50 aumenta paulatinamente. Macgregor enfatiza que la historia puede juzgar la Presidencia de Trump en función de su decisión acerca de la candidatura al puesto del próximo secretario del Ejército.