Este mariscal libio de 73 años se ha erigido en líder durante los últimos meses como una esperanza para una guerra que se lleva gestando en su país desde hace años. Al frente del Ejército Nacional de Libia logró liberar la importante ciudad de Bengasi de los terroristas el 5 de julio de 2017.
También lo es para la imagen que este antiguo oficial de Gadafi se está forjando: la de un hombre fuerte que ha pasado a controlar varios puertos petroleros, barrios al sur del país y la estratégica base aérea de Kufra, situada a 500 kilómetros al sureste de Trípoli, el próximo objetivo de Haftar.
"Ahora que ha recuperado Bengasi, Haftar ha puesto su mirada al oeste, en la capital de Trípoli", advierte Damkjaer.
Si la figura de Haftar consigue recuperar la capital libia, sus próximos pasos podrían conducirle a presidir el país.
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"Según la prensa libia, después Haftar podría con toda seguridad presentar su candidatura a la Presidencia del Gobierno. De acuerdo a lo previsto el año que viene tienen que celebrarse elecciones presidenciales", advierte Damkjaer.
El Gobierno de Unidad Popular, en Trípoli desde el 31 de marzo de 2016, no ha sido reconocido hasta la fecha por la Cámara de Representantes —el Parlamento— en Tobruk, que resulta contar con el apoyo del Ejército Nacional que dirige Jalifa Haftar.
Así que si efectivamente consigue llegar hasta Trípoli, al hombre fuerte de Libia le espera más trabajo todavía, aunque no tiene por qué resultar difícil.
"Si Haftar y sus fuerzas llegan a Trípoli, primero tendrán que librarse de numerosos islamistas y de otros grupos de combatientes armados y después enfrentarse al Gobierno libio, que goza de reconocimiento internacional y cuya residencia está en Trípoli", dice Damkjaer.
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Los apoyos de Haftar
Los apoyos del nuevo Gadafi también vienen de Occidente. La Unión Europea podría ver en la figura del comandante una solución a la sangría de inmigrantes provenientes de África que utiliza Libia como lugar de paso para llegar a Europa.
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La Francia de Emmanuel Macron también ha empezado a valorar positivamente a Haftar y, mientras que durante la presidencia de Barack Obama Estados Unidos mantenía las distancias con el almirante, ahora con Donald Trump parece que el país norteamericano se está dando cuenta de que las cosas están cambiando, opina Damkjaer.
"Es posible que Haftar sea la persona que devuelva la estabilidad a una Libia sumida en el caos", concluye el analista.