El capital de inversión se atrae a través de bancos que parcialmente pertenecen al Gobierno, como Vnesheconombank (VEB) y VTB Bank. Así, en mayo de 2017, VEB anunció que construiría una terminal para el nuevo aeropuerto en la ciudad de Sarátov gracias a la inversión de la empresa rusa Esta Construction.
Las autoridades de San Petersburgo han obtenido varias ventajas del proyecto. La ciudad ahora tiene un nuevo aeropuerto para el que no tuvieron que gastar un solo rublo. Además, son los inversores privados los que se enfrentan a los riesgos relacionados con los rendimientos, al pagar un impuesto del 11,5% de los ingresos brutos al Gobierno de San Petersburgo.
Los inversores pueden garantizar la rentabilidad de la inversión mediante la venta de acciones en el proyecto. Por ejemplo, con Púlkovo fue así: Fraport AG compró una participación de 37,5%; luego, el fondo soberano de la Autoridad de Inversiones de Catar compró también una cuota del 24,99%, mientras que la Mubadala Development Company de los Emiratos Árabes Unidos, el Fondo Ruso de Inversiones Directas (Russian Direct Investment Fund) y una serie de otros inversores compraron otro 25%.
"El negocio aeroportuario es atractivo, ya que el volumen de vuelos nacionales e internacionales está creciendo y ahora estamos presenciando el creciente interés de los inversionistas de Oriente Próximo", señala Pankrátov. Por supuesto, los inversores se interesan solo por proyectos lucrativos: cuanto más concurridos son ciertos nudos de transporte, más dinero ajeno van a atraer.
"Al final, por cada rublo invertido en infraestructura, el Gobierno recibe 2 o 3 rublos", comenta Pankrátov.
Además de los proyectos para la construcción de aeropuertos y carreteras, también están los que presuponen un desarrollo de seguros de salud conjuntos, construcción de buques marinos o aparcamientos de coches.