Una reportera de la cadena BBC tuvo la oportunidad de montar en un vehículo cargado con este combustible y aseguró a la cadena que no notó ninguna diferencia con los modelos típicos de diésel o de gasolina.
"El coche iba como la seda", dice.
La empresa responsable, nacida en la Universidad de Edimburgo, ha colaborado con una destilería de güisqui nacional, la Tullibardine Distillery de Perthshire.
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"Es la primera vez en la historia en que un coche consigue moverse por biocombustible a base de los residuos que quedan tras la evaporación del güisqui", dice Martin Tangney, presidente de Celtic Renewables.
La destilería que forma parte del proyecto está más que satisfecha con el resultado: de pasar a perder dinero por residuos que no consume, podría llegar a ganar millones.
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Si el negocio funciona, podría levantarse en Escocia una industria de más de 100 millones de dólares. Celtic Renewables ha recibido ya una inversión de nueve millones del Gobierno para construir una planta para el 2019.