Se trata de aceptar, al menos a corto plazo, la permanencia de Bashar Asad en el poder, las zonas de distensión propuestas por Rusia y sus aliados y la presencia de patrullas militares rusas en algunas partes de Siria.
El objetivo de la nueva estrategia es asegurar que la derrota del autoproclamado Estado Islámico (Daesh, grupo terrorista en Rusia y otros países) no derive en enfrentamientos entre facciones rivales apoyadas por Moscú y Washington en las zonas liberadas.
El periódico señala que EEUU aprendió en Irak que los insurgentes vuelven de forma inevitable en ausencia de una fuerza real capaz de retener los territorios ocupados.
Antes de partir a la cumbre del G20 en Hamburgo, el secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, mencionó la posibilidad de establecer con Rusia mecanismos conjuntos para garantizar la estabilidad, incluyendo las zonas de exclusión aérea, la obervación del alto el fuego sobre el terreno y el suministro coordinado de ayuda humanitaria.
Tillerson dijo también que Moscú y Washington pueden trabajar juntos para estabilizar la situación en el terreno, lo que sentarían las bases para avanzar hacia una solución sobre el futuro político de Siria.