La deforestación era una tendencia a la baja en Brasil en los últimos años, pero aumentó un 58 por ciento en 2016, según un estudio de la Fundación SOS Mata Atlántica y del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales.
Las organizaciones ecologistas culpan de la deforestación al "lobby" del potente sector agropecuario que, consideran, tiene más poder y más margen para influir en las decisiones del actual Ejecutivo que en gobiernos anteriores, comandados por la expresidenta Dilma Rousseff (2011-2016).
A pesar de que Temer culpó a los gobiernos anteriores, recientemente en su visita oficial a Noruega fue reprendido por las autoridades de ese país por el aumento de la deforestación.
Noruega es el país que realiza más aportes al Fondo Amazonia, que busca preservar la selva con ayuda internacional.
Sin embargo, Solberg dejó la puerta abierta a volver a niveles anteriores si Brasil se esforzaba y conseguía revertir la tendencia.
En su discurso en la cumbre del G20, que se celebra en Hamburgo, el mandatario brasileño también reiteró el compromiso de Brasil con el Acuerdo de París contra el cambio climático y dijo que es "urgente" llevar a cabo una transición energética hacia nuevas fuentes de energía.
Temer no iba a participar en la reunión del G20 debido a la inestabilidad por la que pasa el país, pero finalmente acudió a la cita en Alemania.
El presidente brasileño está denunciado formalmente por corrupción y podría perder el cargo en las próximas semanas.