En 1961, en el medio de la localidad de Ñembý, a escasos kilómetros del centro de la capital paraguaya, se ubicaba un cerro de 220 metros de altura. Ese año, la feroz dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1989) lo entregó a una industria minera, interesada en extraer las rocas. La población fue removida a la fuerza de las 64 hectáreas que ocupaba la colina y obligada a aceptar las expropiaciones, incluso a fuerza de torturas.
En 2007, se cansaron de sentir la tierra temblar a diario y de respirar un aire denso de cemento y cal. Se organizaron y comenzaron a exigirle al Estado que suspendiera las concesiones a los privados que explotaban —literalmente— este sector de la periferia asunceña.
Una década después lograron su objetivo: el 4 de julio el Gobierno paraguayo emitió un decreto en el que le devuelve a la ciudadanía local la propiedad de la zona, hasta entonces dada en concesión a la empresa Concret Mix S.A. Pero el daño hecho al medioambiente y a la salud de los ñembyenses no es fácil de revertir, explicó a Sputnik Hugo Céspedes, presidente de la Comisión por la Recuperación del Ñembý.
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"Nosotros diariamente hemos vivido terremotos provocados. En otros países sufren terremotos naturales, los sufríamos a diario, provocados por esta empresa. La tierra temblaba cada vez que había una explosión de dinamita. Se movían las paredes y los techos, esa era nuestra historia", relató el activista en diálogo con el programa ‘En Órbita'.
"La empresa hasta ahora no ha indemnizado a toda esta población afectada por la destrucción y por las constantes vibraciones", resaltó el referente de la asamblea ciudadana.
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Ya en los últimos años, los efectos de la excavación no solo se hicieron visibles por encima de la superficie. El agujero llegó a las napas acuáticas subterráneas y puso en amenaza a las napas acuáticas subterráneas. En la zona se encuentra el acuífero Patiño, una importante reserva de agua, que se podía ver afectada por la excavación. De a poco, el hueco dejado por las piedras exportadas se está llenando con grandes volúmenes de ese recurso natural.
El gran hueco que dejó la empresa tiene una dimensión de 12 hectáreas, donde actualmente sale agua. Ya tiene una profundidad de aproximadamente dos metros y sigue llenándose", aseguró el entrevistado.
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Respecto al destino del espacio gigantesco liberado, se realizarán "audiencias públicas para escuchar a toda la gente y ver qué es lo que se pretende hacer", comentó Céspedes. Entre las ideas que barajan se encuentra la construcción de un centro cultural y de memoriales por los fallecidos en accidentes en la cantera y a causa del impacto del proyecto. El recinto podrá contar también con canchas deportivas y lugares de recreación para el goce de los habitantes de la zona.
"Ya era hora", concluyó aliviado el presidente Comisión por la Recuperación del Ñembý.