"Convocar una huelga general sería una exageración, porque no veíamos que fuera a haber una alta adhesión (…) no tiene sentido pedir una huelga general cuando sabes que no va a pasar", explicó a Sputnik el secretario general del sindicato Força Sindical, João Carlos Gonçalves, "Juruna".
La huelga de este viernes será la segunda que sufre el Gobierno de Temer (Partido del Movimiento Democrático de Brasil) en menos de tres meses; la última fue el 28 de abril y su seguimiento no fue especialmente alto, aunque en ciudades como São Paulo el sector del transporte público quedó casi totalmente paralizado.
También será la primera huelga desde que Temer fue denunciado por corrupción, aunque las marchas no tendrán como lema principal el tradicional "Fuera Temer" sino que estarán más centradas en el rechazo concreto a la reforma laboral en sí.
Para Juruna presionar para que caiga el Gobierno no está sobre la mesa en estos momentos porque es un tema que "dividiría" a los trabajadores.
"Creemos que sería usar el sindicato en favor de una opción política; lo que nos une son las reivindicaciones económicas, pero evidentemente cada sindicato podrá expresas libremente su posición (…) no podemos involucrar a la entidad sindical en una cosa que no está consensuada, algunos tienen una tendencia a utilizar de forma partidaria la movilización", criticó el sindicalista.
Força Sindical es el sindicato brasileño más próximo ideológicamente al Gobierno de Temer y algunas voces críticas alertaron recientemente que éste y otros sindicatos bajaron el tono después de que el Gobierno hiciera algunas concesiones y modificara algunos puntos del borrador de la reforma laboral.
La principal se refiere a que el Gobierno accedió a mantener la llamada "contribución asistencial" (el dinero que ayuda a mantener los sindicatos) y que aportan todos los trabajadores brasileños, no sólo los que están afiliados a un sindicato.
Juruna niega estas acusaciones y cree que se trata de una "interpretación equivocada" que busca dividir al movimiento sindical.
Desde la Central Única de los Trabajadores (CUT) –el sindicato más grande del país y muy cercano al Partido de los Trabajadores (PT) de los expresidente Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff—la visión es distinta.
"Esa promesa del Gobierno (de mantener la contribución a los sindicatos) no tuvo ningún impacto porque nosotros no creemos en este Gobierno ni en sus promesas", explicó a Sputnik el secretario de Finanzas la CUT Quintino Severo.
"En cambio, hay señales de que otros sindicalistas, de Força Nacional, no quieren un enfrentamiento directo (con el Gobierno) e incluso se reunieron con el presidente y confían en esas promesas; eso se refleja en la marcha atrás que algunos segmentos han dado, minimizando la cuestión de la huelga y no centrándose en ella como hicimos el pasado día 28", lamentó Severo.
Para este sindicalista la principal prioridad es impedir que se apruebe la reforma laboral, pero remarca que sabe que el "culpable" de que exista esa propuesta que ataca los derechos de los trabajadores es el Gobierno "ilegítimo" de Temer, por lo que también piden su salida.
La división entre los sindicatos queda patente, por ejemplo, en la convocatoria de los actos de protesta: en São Paulo la Força Sindical se manifestará por la mañana frente a la Superintendencia Regional del Trabajo, mientras que la CUT marchará por la tarde en la Avenida Paulista.
Tampoco hay un consenso entre los trabajadores que generalmente tienen más impacto en una huelga general: los conductores de autobús y de tren de São Paulo decidieron que no iban a sumarse a la huelga, mientras que los trabajadores del metro lo acabarán de decidir en una asamblea la noche de este jueves.
Los metalúrgicos del ABC Paulista (la región del área metropolitana de São Paulo) tampoco tienen pensado sumarse al paro de este viernes, y eso que este segmento del sector industrial tiene fama de ser uno de los más combativos (aquí empezó la carrera política el expresidente Lula).
Según el diario Estado de São Paulo los trabajadores de la metalurgia realizarán una concentración a primera hora de la mañana y en ese momento decidirán si siguen trabajando o no a largo del día.
La reforma laboral es una de las principales medidas económicas del Gobierno Temer, que espera que pueda aprobarse definitivamente en el Senado la semana que viene.