El estudio genético se basa en el análisis del genoma mitocondrial (ADN mitocondrial). Este genoma pasa de la madre al bebé así que permite encontrar lazos de parentesco entre diferentes personas y estudiar la migración humana para así crear un árbol genealógico de la humanidad.
Según señalan los científicos, la existencia de estos lazos no necesariamente significa que todas las personas incluidas en este grupo son descendientes de, por ejemplo, Gengis Kan u otro personaje histórico.
Si ciertas personas comparten un haplogrupo, esto solo significa que ellos son descendientes de un padre o una madre común, que posiblemente vivió miles o decenas de miles años atrás.
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Los científicos de Genotek decidieron conocer a qué haplogrupos pertenecen los habitantes de Rusia, tras analizar los genomas que la empresa recibió de las personas que quisieron enterarse de su ascendencia a través de pruebas genéticas. En total, la compañía recibió más de 2.500 genomas de diferentes ciudades de Rusia y de otros países vecinos.
Hoy en día una parte significante de los europeos, aproximadamente un 41%, pertenece a diferentes variedades de este ADN mitocondrial, lo que confirma que los rusos son europeos, desde el punto de vista genético. Además de este 20% de rusos, este grupo también incluye a la reina del Reino Unido, Isabel II, y a los familiares del último zar ruso, Nicolás II.
La línea paterna de los rusos muestra una situación distinta, un 25% de los rusos pertenece al haplogrupo R1a1, que probablemente apareció en las estepas caspias hace unos 10.000 años o, según dice otra teoría, en las montañas de Altái o en Asia Central entre hace 35.000 y 30.000 años.