El concierto marcó el cierre de las jornadas 'Voy por la paz', organizadas por la Fundación para la Democracia Internacional. El encuentro reunió en suelo rosarino, entre el 8 y 10 de junio, a los galardonados con el Nobel de la Paz de 1980, el argentino defensor de los derechos humanos Adolfo Pérez Esquivel; de 1983, el expresidente de Polonia Lech Walesa; de 1987, el expresidente de Costa Rica Óscar Aria Sánchez; de 1992, la líder indígena guatemalteca Rigoberta Menchú; y de 2003, la abogada iraní Shirin Ebadi.
Además de Gieco, se presentaron Peteco Carabajal, Patricia Sosa, Jairo, Hilda Lizarazu, Raúl Porchetto y Juan Carlos Baglietto, dirigidos por el pianista Lito Vitale. Cada músico cantó un par de sus célebres canciones, criteriosamente elegidas para conjugarse con los discursos de empoderamiento social y pacifista de los premios Nobel. Al final, los invitados se unieron todos coronando un singular show de entrada gratuita para promover un mensaje de paz.
"Si uno quiere imaginarse la cara de Latinoamérica es Rigoberta o Mercedes Sosa. A Rigoberta le secuestraron y le mataron a toda su familia. En un momento me trabé en 'Cinco siglos igual', esa canción que le dediqué a Rigoberta. Baglietto, que es de Rosario, también se quebró en un momento. Obviamente si me emocioné yo imagínate para él que es rosarino en ese lugar alucinante que uno no sabe cómo se ve desde el escenario a toda esa platea de gente. Es muy emotivo", consideró.
Gieco se refirió al Monumento a la Bandera, donde el atardecer aportó su cuota de protagonismo, coloreando de distintos tonos a los presentes. Para el músico, fue un espectáculo inédito y la presencia de Menchú, "una persona increíble", le concedió un carácter todavía más especial. "Los rosarinos tienen que sentir honor de que ella haya pisado esta ciudad. Y me encanta que ese encuentro se haya realizado en Rosario porque parece que todo siempre pasa en Buenos Aires y no es así", agregó.
"Kissinger es culpable de todas las desapariciones de personas en las dictaduras latinoamericanas. Los cinco que vinieron se merecieron el Nobel, pero yo también quise dedicar [la canción] a otros que deberían haber sido reconocidos, como Rodolfo Walsh, y otros tantos matados por los genocidas argentinos", disparó en referencia a la dictadura en su país entre 1976 y 1983.
A los 65 años, el músico destilaba energía y sonrisas sin apartarse ni por un momento de sus compañeros del 'Mundo Alas'. Sputnik le preguntó por los 50 años del rock argentino y Gieco no ahorró palabras para hablar de otro músico rosarino: Litto Nebbia. "Compuso una de las mejores canciones del mundo que se llama 'El rey lloró'. Con una letra tan sencilla te dibuja lo que es la vida", opinó. Y sin contenerse, largó a cantar sus versos.
"Recuerdo una vez, en un viejo país, un rey a un hombre campesino le habló. Le dijo te ofrezco lujos y placeres si tú me enseñas a vivir feliz (…). Eso me hace acordar a [José] Mujica, expresidente de Uruguay, cuando fue el rey de España a saludarlo en la casa de campo donde él vive, que es una casa muy pobre", cantó y contó.
A pedido de Sputnik, también reflexionó sobre el legado de la chilena Violeta Parra en un año en el que se celebran los 50 años de su muerte y el centenario de su nacimiento. "Es una lanza que atraviesa toda Latinoamérica, igual que Mercedes Sosa", resumió.
"Fue una preocupada por las músicas campesinas que se perdían, iba por diferentes lugares a buscar, a grabar la música campesina. Y gracias a ella después tuvimos una discípula argentina que es Leda Valladares, que era más o menos de la misma edad, y vivió en el mismo hotel que Violeta en París. Leda fue nuestra gran recopiladora de música, y gracias a Violeta Parra y a Leda, con Gustavo Santaolalla un día salimos a hacer un trabajo de recuperación de músicas argentinas, que se llama 'De Ushuaia a La Quiaca'. Lo hicimos juntos con Leda, así que todo tiene una conexión", concluyó Gieco.