"No solo importa cómo se adaptan nuestros sistemas reproductivos al ambiente espacial, sino si realmente queremos ir al espacio y quedarnos allí. Si realmente hablamos de la colonización, hay un componente clave para que la colonización se haga posible, y se trata de poder tener bebés", dijo Kris Lehnhardt, profesor asistente en el departamento de Medicina de Emergencia de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad George Washington, durante una mesa redonda en mayo.
"Esto es algo que nosotros, francamente, nunca hemos estudiado dramáticamente, porque no ha sido relevante hasta la fecha, pero si queremos convertirnos en una especie espacial y queremos vivir permanentemente en el espacio, es un tema crucial que debemos abordar y que todavía aún no se ha estudiado por completo", afirmó Lehnhardt, citado por Gizmodo.
Poco a poco, los investigadores se acercan a la idea que se le ocurrió a Gene Roddenberry hace medio siglo: el sexo espacial es muy importante. Así, por ejemplo, un grupo de científicos japoneses guardó esperma de ratón congelado en la EEI durante nueve meses y luego lo descongeló para ver si podía usarlo para inseminar artificialmente a ratones hembra.
"No tenemos ni idea de cómo van a desarrollarse", expresó Lehnhardt. "¿Se desarrollarán sus huesos de la misma manera que los de nosotros? ¿Serán capaces de venir a la Tierra y ponerse en pie sin problema?".
Incluso después de un nacimiento exitoso, tampoco desaparece la preocupación de qué aspecto tendrá un niño criado en gravedad disminuida o mínima. La gravedad baja y la radiación espacial ya representan grandes amenazas para los adultos que viajan al espacio, por no hablar de recién nacidos.
Kris Lehnhardt (@AerospaceDr) on how little we actually know about our ability to colonize a new planet #AtlanticSpace pic.twitter.com/fQtaqJj912
— AtlanticLIVE (@AtlanticLIVE) 16 мая 2017 г.
"Así que, básicamente, en ese punto, estamos hablando de gente que va a ser — si existe en el futuro- muy diferente de nosotros ahora. Y esto puede ser una especie de punto de inflexión en la historia de la humanidad", subrayó Lehnhardt.
Y eso sin hablar de los desafíos físicos del sexo en el espacio. Nosotros lo damos por hecho, pero casi todo lo divertido que puede hacer una persona con otra también implica a ese buen amigo llamado gravedad.
"El primer desafío consiste simplemente en la dificultad de moverse en gravedad casi cero: cada empuje trasladará al astronauta en la dirección opuesta", explicó a Gizmodo John Millis, presidente del Departamento de Ciencias Físicas e Ingeniería de la Universidad de Anderson (Indiana).
La escasa gravedad dificulta el flujo sanguíneo y podría también hacer más difícil que los astronautas masculinos tuvieran una erección. Las mujeres podrían tener dificultades por razones similares.
Ni Lehnhardt ni Millis pusieron el foco en la siempre popular noción de sexo con extraterrestres, que obviamente es lo que a todos nos interesa. Sin embargo, hasta que podamos seguir deliberando sobre la antropología sexual de 'wookies' o 'turians', ese asunto seguirá siendo de interés popular y no académico.