"Propuse a la Liesa (Liga Independiente de las Escuelas de Samba) un corte del 50 por ciento (…) el Carnaval es mucho más que las carrozas; estamos son restricciones presupuestarias", dijo el alcalde, que prometió usar ese dinero para ayudar a las guarderías públicas.
También recordó el impacto económico que los desfiles del Sambódromo generan en la ciudad: "El carnaval mueve 3.000 millones de reales para la ciudad (…) beneficia a hoteles, restaurantes, entre otras actividades económicas que generan impuestos para el propio Ayuntamiento", recordó.
En los dos últimos años (los carnavales de 2016 y 2017) cada una de las 12 escuelas de samba del grupo especial (una especie de primera división) recibió dos millones de reales (más de 600.000 dólares) de subvención municipal.
Durante la campaña electoral el alcalde Crivella (Partido Republicano de Brasil) prometió aumentar esa cantidad para poner en valor el trabajo de las escuelas, pero muchos desconfiaron de sus palabras debido a sus creencias religiosas.
Crivella es uno de los principales líderes de la Iglesia Universal del Reino de Dios, una de las comunidades más conservadoras dentro de las iglesias neopentecostales.
El pasado Carnaval el alcalde aprovechó los días festivos para viajar fuera de la ciudad, rompiendo con la tradición de ejercer de anfitrión en los desfiles en el Sambódromo, abriendo una polémica que quiso zanjar diciendo que participar de la fiesta hubiera sido hipócrita por su parte.