De cero a 400 diputados. Es el resultado que los comicios podrían reflejar para la organización política ideada por Macron y que reúne bajo sus siglas a aspirantes salidos de la sociedad civil, junto a exdiputados socialistas, centristas o antiguos miembros del partido de la derecha, Los Republicanos (LR).
Los franceses expatriados ya han votado y LREM obtiene 10 de las 11 circunscripciones en juego; no realiza el pleno solo a causa de una alta abstención.
Macron sigue disfrutando del estado de gracia que le confirió su éxito en las presidenciales del 7 de mayo, y camina sin dificultades gracias, también, a la crisis en la que su abrumador éxito ha dejado a sus rivales de todo signo político.
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Tras su éxito de mayo, Macron compuso un Gobierno con una mezcla de socialdemócratas, centristas democristianos y conservadores moderados. Si antes de las presidenciales ya había comido el terreno a un Partido Socialista que eligió a su candidato más a la izquierda, otorgando la dirección del gobierno a un miembro —hasta ahora— de Los Republicanos, Macron ha hecho estallar al partido de la derecha francesa.
La derecha se rinde
El máximo dirigente de LR, François Baroin, confiesa en privado su amargura ante la catástrofe electoral que se les avecina. Otros miembros de este partido, como Alain Marsaud, reconocen en público que "Macron está tan de moda que no se le puede frenar". "Estamos —asegura— "ante una fuerza irreversible".
La derecha se pregunta cómo oponerse a un rival que les ha robado a varios dirigentes y que se propone llevar adelante medidas que ellos defienden desde hace años, sin atreverse a implementarlas.
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La desmoralización de LR es tal que aceptan la derrota, pero piden a Macron ser generoso con los perdedores. Y, así, le advierten que entre los posibles 400 diputados de LREM que se sentarán en la Asamblea Nacional, un centenar proveniente del PS podría frenar las reformas más sensibles en el aspecto social. Un argumento a la desesperada y que está lejos de la realidad. Los socialistas que se han apuntado al caballo ganador montado por Macron pertenecen a la corriente socialdemócrata del PSF, y son tan partidarios de las reformas como el mismo Macron y su Primer Ministro, el ex LR, Edouard Philippe.
Socialistas en la ruina
El crepúsculo anunciado para el PSF se traducirá también en una crisis económica. Con esos pobres resultados no podrá ni siquiera pagar a sus trabajadores y deberá vender su lujosa sede palaciega en el centro del París más chic.
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Jean-Luc Mélenchon y Marine Le Pen, que disfrutaron durante la precampaña presidencial con la esperanza de rozar el poder, se ven también desfondados y sin grandes aspiraciones. Ambos se venden como la verdadera oposición y como los defensores de los derechos sociales que, aseguran, la nueva política de Macron va a cercenar.
La oposición, en los extremos
Mélenchon, que no cuenta ya con el apoyo del Partido Comunista, ha radicalizado su mensaje para hacerse audible. Aún así, los sondeos colocan a su formación por debajo del PS, con alrededor de una veintena de escaños.
EL Frente Nacional ha vuelto a estallar en disputas internas, tras su decepción en las presidenciales, donde aspiraba a llegar al 40% de los votos. Penalizado por la "alianza republicana" entre derecha e izquierda para cerrar el paso a los candidatos nacionalpopulistas en la mayoría de las circunscripciones, el FN de Marine Le Pen será víctima también del sistema mayoritario y, a pesar de los más de 10 millones de votos obtenidos hace un mes, puede que ni siquiera consiga ahora formar grupo parlamentario, es decir, llegar a los 15 diputados.
Los sindicatos tendrán muy difícil oponerse, como en el pasado, a los intentos de liberalizar la economía francesa si Macron cuenta con la mayoría en la Asamblea. El nuevo Presidente había pedido a sus conciudadanos que le otorgarán los poderes necesarios para aplicar las reformas que está preparando. Por el momento, parece que los franceses le van a dar esa carta blanca que le permita gobernar sin apenas oposición parlamentaria.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK