"Catar debe entrar en vereda y retomar sus compromisos anteriores, debe parar las campañas mediáticas y debe distanciarse de nuestro enemigo número uno, Irán", dijo el jeque en una entrevista al diario panárabe Asharq Al-Awsat.
"Debe dejar de apoyar a organizaciones terroristas, suníes o chiíes, y aplicar una política que beneficie a su pueblo", señaló.
El 5 de junio, Arabia Saudí, Bahréin, Egipto y Emiratos Árabes Unidos anunciaron que rompen las relaciones diplomáticas y suspenden las comunicaciones terrestres, marítimas y aéreas con Catar, al que acusaron de patrocinar el terrorismo.
Catar fue excluido también de la coalición multinacional liderada por Riad que interviene en el conflicto de Yemen desde marzo de 2015.
También Jordania decidió rebajar el rango de las relaciones diplomáticas con Catar retirando a su embajador.
Catar lamentó el bloqueo diplomático al calificarlo de "injustificado", y aseguró que todas las acusaciones carecen de fundamento.
La crisis se desató después de que la agencia de noticias catarí QNA publicara unas supuestas declaraciones del emir catarí Tamim bin Hamad Thani a favor de la normalización de las relaciones con Irán.
Fuentes citadas por el diario británico Financial Times dieron a entender que la gota que colmó la paciencia de Arabia Saudí y sus aliados fue el pago de un rescate de mil millones de dólares a funcionarios de seguridad iraníes y a un grupo afiliado a la red terrorista Al Qaeda para liberar a 26 miembros de la familia real catarí secuestrados mientras cazaban con halcones en el sur de Irak.