El LCLS logró 'catapultar' casi todos los electrones de un átomo en una molécula de yodo, generando así una fuerza de atracción de los electrones "mucho mayor que la que habría generado un agujero negro con una masa de diez soles", comentó Robin Santra desde DESY (Sincrotrón Alemán de Electrones) el mayor centro de investigación alemán de física de partículas.
Como resultado, la potencia de irradiación fue tan alta, que se 'acercó' al límite de la física relativista. En particular, al dirigir el láser contra los átomos de yodo este último 'perdió' todos sus electrones y se convirtió en una especie de agujero negro por un brevísimo momento después de ser perforados por los rayos X.
Los científicos teorizan que algo por el estilo puede ocurrir en contacto con los organismos vivos de los rayos X, y el estudio de este proceso ayudará a comprender cómo es posible reducir o neutralizar el perjuicio de las radiaciones nocivas.