El mandatario filipino —conocido por su retórica agresiva y discriminatoria— expresó que "con respecto a esta ley marcial, a sus consecuencias y sus ramificaciones, yo y solo yo seré responsable. Simplemente hagan su trabajo. Yo me encargaré del resto", por lo cual "si violan a tres [mujeres], diré que lo hice yo".
"Me dirijo sobre todo a los terroristas: todavía podemos solucionarlo a través del diálogo", indicó. Agregó también que abandonará su cargo si no logra contrarrestar los problemas internos del país y que hará todo lo posible para combatir el terrorismo.
Es también conocido por unos cínicos comentarios sobre la violación y el asesinato de una misionera australiana durante un mitin en una cárcel filipina en 1989: "Me enfadé porque la habían violado, pero era tan guapa… [El alcalde] debería ser el primero en violarla", bromeó Duterte, que era el alcalde de la ciudad donde ocurrió el crimen. Sin embargo, luego pidió disculpas por sus palabras.