"La población ya no ve representatividad en los tres poderes y como no hay capacidad para el diálogo la táctica del Gobierno pasó a ser represiva; después de lo que vi ayer empiezo a pensar que caminamos hacia una dictadura, nunca vi nada igual: ¡la gente no hace nada y el Gobierno convoca al Ejército!", dijo a esta agencia Guilherme Tacini.
Sin embargo, dijo, no esperaba una represión tan fuerte de parte de la policía y mucho menos un despliegue militar.
La movilización acabó siendo una de las más violentas de los últimos tiempos en Brasil, con 49 heridos –uno de ellos por disparos de bala de la Policía Militar—y destrozos causados por grupos aislados de manifestantes en edificios gubernamentales, sobre todo en el ministerio de Agricultura, que fue incendiado.
Con el argumento de que había que proteger la integridad física de las personas y los edificios públicos el Gobierno autorizó el despliegue de 1.500 hombres de las Fuerzas Armadas, en una decisión muy criticada por los partidos de la oposición.
"El ataque no partió de los manifestantes porque estaban muy lejos, había una gran barrera cercando el Congreso Nacional", contó este estudiante que resalta que el perímetro de seguridad era mayor que en otras protestas y que los disturbios empezaron cuando la policía comenzó a lanzar bombas de humo para disgregar a los manifestantes, que comenzaron a dispersarse.
"Muchos fuimos corriendo hacia los ministerios pensando que así pararían las bombas, pero comenzaron los tiros (…) cuando ya estábamos a dos kilómetros del Congreso Nacional la policía empezó a avanzar con la caballería", explicó Tacini.
Fue entonces, según su versión, cuando una "minoría" empezó a quemar baños portátiles a modo de barricada, unos actos que derivaron en daños materiales en diversos ministerios, sobre todo rotura de placas y cristales.
"Una buena parte de los manifestantes nos refugiamos en la estación de autobuses, pensado que ahí la policía pararía, pero no: se concentraron muchísimos policías y empezaron a lanzar bombas dentro de la estación, que estaba llena de gente en los restaurantes (…) Había mujeres, niños, bebés… Fue una situación de pánico, fue muy tenso", aseguró.
En medio del enfrentamiento unos agentes de la Policía Militar incluso lanzaron disparos de bala, según reveló un video del diario O Globo, dejando un herido grave que este jueves sigue hospitalizado.
El estudiante considera que lo que ocurrió el miércoles en Brasilia refleja que la democracia brasileña es "una farsa" y vislumbró una salida complicada a la actual crisis política que vive el país.
El presidente Temer (del conservador Partido del Movimiento Democrático de Brasil) está acusado de corrupción, obstrucción a la Justicia y organización criminal, y a pesar de que por el momento se niega a dimitir los analistas y la prensa local apuntan que la clase política ya prepara su sucesión a través de una elección indirecta.
Dado que ya se superó la mitad de la actual legislatura (2014-2018) la Constitución no permite convocar elecciones anticipadas, sino que otorga al Congreso Nacional el papel de elegir un eventual sustituto del presidente.
Los manifestantes contra Temer presionan estos días con el lema de "Directas ya" para que los parlamentarios modifiquen la Constitución y permitan anticipar los comicios presidenciales previstos originalmente para 2018.