Sin embargo, los ejercicios, en los que participan alrededor de 10.000 militares de 13 países, se convirtieron en una pesadilla debido a la falta de experiencia de los soldados, así como a numerosas fallas técnicas.
Según declaró a los medios la portavoz de la maniobra, la teniente Kristel Maasikmets, un total de seis militares de la Alianza fueron hospitalizados debido a varias razones, desde el manejo imprudente de armas hasta negligencia.
"Incluso un accidente es demasiado para las Fuerzas Armadas. Esperamos que los heridos se mejoren pronto", indicó Maasikmets. La militar agregó que los efectivos son instruidos regularmente y que la seguridad está en el primer lugar para la OTAN.
Sin embargo, el 16 de mayo, un militar de infantería estonio resultó gravemente herido en el polígono Mianniku, cuando a un vehículo de transporte le dispararon con balas de fogueo, y el conductor aplastó al efectivo por no mirar por el espejo. Al día siguiente, otro conductor estonio calculó mal la altura del vehículo blindado y tocó un cable eléctrico con la antena, lo que causó un incendio del coche y, como resultado, quemaduras a los efectivos.
Además de la falta del conocimiento de las normas de conducta, los militares también tuvieron varios accidentes debido al incumplimiento de las reglas de seguridad. Así, un efectivo casi se quemó cuando tiró etanol al fuego mientras preparaba la comida.
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Las maniobras podrían haber sido cancelados por un incendio de gran escala ocurrido el 4 de mayo durante los ejercicios de tiro en el polígono central, ubicado en la región de Kuusalu. Actualmente, no se usa en su totalidad debido a las consecuencias del fuego.
Los ejercicios militares también causaron una ola de descontento entre los residentes locales. Estos se quejan en las redes sociales del nivel elevado de accidentes de tráfico, así como del ruido, la destrucción de las carreteras por los vehículos militares, así como la presencia de efectivos camuflados por todas partes. Los políticos de izquierda estonios también se opusieron a las maniobras y pidieron devolver al país báltico la "verdadera independencia y seguridad en el futuro". Según los activistas, es imposible hablar de la soberanía del país, mientras que las tropas extranjeras están desplegadas en su territorio.
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La decisión de desplegar las unidades internacionales de la OTAN en Estonia, Letonia, Lituania y Polonia fue tomada en 2016, en la cumbre de la Alianza celebrada en Varsovia, a petición de esos propios Estados.
No obstante, el nivel de organización de las maniobras ha causado en varias ocasiones el descontento de la OTAN. Así, en enero, las autoridades de Polonia no lograron preparar las carreteras para los convoyes militares estadounidenses. Como resultado, una parte de los vehículos blindados quedó atascada en el barro, mientras que el resto de los tanques llegó al lugar de destino con las baterías descargadas, según informó el jefe de las Fuerzas del Ejército de EEUU en Europa, Ben Hodges.
La infraestructura militar en Estonia tampoco estaba lista para recibir a los militares de la Alianza. En particular, la ciudad de Tapa no tenía suficientes puestos en los cuarteles para alojar a todos los soldados franceses y británicos. Como consecuencia, fueron alojados en un campamento de tiendas en uno de los polígonos. Al mismo tiempo, Estonia no es capaz de construir los nuevos cuarteles, puesto que esto costaría unos 38 millones de euros, lo que constituye casi una décima parte del presupuesto militar del país báltico.