"Consideramos inadmisible cualquier acción que perjudica los intereses de la Iglesia ortodoxa rusa en Ucrania", dijo Peskov a los periodistas.
Sin embargo, el Parlamento ucraniano decidió excluir los proyectos de su agenda.
De acuerdo con estas iniciativas, las investiduras de los metropolitanos y obispos se deberían aprobarse por las autoridades laicas de Kiev con las que, además, las organizaciones religiosas deberían acordar un estatus especial en tres meses, en caso contrario serían declaradas ilegales.
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Además, los feligreses pertenecientes a la Iglesia Ortodoxa Ucraniana del Patriarcado de Moscú podrán optar por cambiar la jurisdicción de cualquier templo entregándola a otra iglesia ortodoxa.
En Ucrania funge en la actualidad la Iglesia Ortodoxa ucraniana, autónoma pero perteneciente al Patriarcado de Moscú, aparte de estructuras eclesiásticas no reconocidas por las restantes iglesias ortodoxas a nivel mundial: el Patriarcado de Kiev, creado en la década de 1990, y la Iglesia Ortodoxa Ucraniana Autocéfala, fundada en 1917.
En abril de 2014 Ucrania inició una operación militar en las provincias orientales de Donetsk y Lugansk, donde se proclamaron repúblicas populares en respuesta al cambio violento de Gobierno ocurrido en Kiev en febrero de ese mismo año.
Los acuerdos de Minsk, suscritos en septiembre de 2014 y en febrero de 2015, sentaron las bases para una solución política del conflicto pero no han derivado hasta ahora en el cese de la violencia.
Según datos de la ONU, las hostilidades han provocado más de 10.200 muertos desde el inicio de la crisis.
Kiev acusa a Moscú de estar inmiscuyéndose en los asuntos de Ucrania en relación con los acontecimientos en Donbás.
Rusia lo niega y califica de inaceptables las acusaciones, además señaló en más de una ocasión que no es parte del conflicto interno ucraniano y que está interesada en que Ucrania supere su crisis política y económica.