Aunque THAAD reduce las posibilidades de un exitoso ataque de misiles norcoreanos contra importantes bases militares estadounidenses y algunas ciudades de Corea del Sur, es poco probable que alivie la situación en la península, opina el autor.
"El THAAD no es capaz de defender a Seúl de los misiles norcoreanos porque la mayor parte de la capital está justo fuera de los 200 km del alcance de los interceptores del THAAD", explica Gomez.
No obstante, el sistema antimisiles podría proteger varios lugares que son esenciales para llevar a cabo operaciones de combate contra Corea del Norte, como el puerto de Busan y la base aérea de Kunsan, admite el columnista.
Al mismo tiempo, este sistema no sería capaz de derribar un misil balístico intercontinental (ICBM) dirigido hacia EEUU.
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Teniendo en cuenta estas limitaciones técnicas, el objetivo principal del THAAD, según el autor, es proporcionar un paraguas protector para las bases de la fuerza aérea de EEUU en Corea del Sur y el puerto de Busan, principal entrada para las fuerzas terrestres de EEUU en caso de una batalla larga contra Corea del Norte.
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El columnista advierte que aunque los sistemas de defensa antimisiles suelen considerarse defensivos, la protección que proporcionan también crea un incentivo perverso para que los estrategas militares estadounidenses utilicen la fuerza ofensivamente.
"El THAAD hará poco para aliviar las actuales tensiones en la península coreana. Una mayor protección para los soldados estadounidenses podría hacer que la escalada por parte de EEUU sea menos costosa y por lo tanto más atractiva. La administración Trump tendrá que encontrar otra forma de salir de esta crisis, sugiere el autor", concluye Gomez.