Este arbusto se ha visto diezmado en el altiplano de Oruro (sudoeste) y La Paz debido a la tala indiscriminada para el uso como combustible.
"El pasto nativo hay que manejarlo para la eternidad porque el pasto es leche, es queso, es fibra de vicuña, de alpaca y llama, también es educación, salud, es la vida misma para la comunidad", dijo el experto que lleva adelante un programa para la conservación de plantas ancestrales en Bolivia.
Advirtió que fruto de las sequías, heladas y granizadas en el altiplano y valles andinos de Bolivia se ha producido una degradación no solo de los suelos sino una pérdida gradual de variedades de plantas nativas.
Algunas especies
"Las praderas de tipo tolar no son simplemente protectoras del suelo, sino también de las especies de pastos más palatables (apetecidas por el ganado), por lo que las familias afirman que donde hay tola hay mayor peso de la carne de llama", relató Ayala.
Otra de las plantas nativas es la caylla (Tetraglochin cristatum Ros) que asienta los suelos de textura arenosa y su presencia en el terreno es "es sinónimo de proceso de erosión acelerada", advirtió el funcionario.
Asimismo mencionó al ichial (Festuca orthophylla Gram) que, por las características de sus raíces, "permite administrar la escasa humedad del suelo" en tiempos de sequía, aunque muchas plantas mueren a causa del excesivo calor.
"Muchas de estas plantas están relacionadas con el crecimiento de pasto para el ganado y su presencia alienta a la comunidad", afirmó el experto para mencionar el caso de la jacha añawaya (Adesmia miraflorensis Leg), una especie espinosa con una altura de 120 centímetros que se encarga de proteger el suelo.
El director afirmó que "los añawayales son responsables de la oferta forrajera de alta calidad nutritiva para la ganadería camélida".
El suelo del altiplano ha generado su propia flora y presenta también especies como el kauchi (Suaeda foliosa) que crece en los suelos salinos y tolera las heladas y los cambios bruscos de temperatura.
Manejo integral
El especialista de la Autoridad de la Madre Tierra del Gobierno boliviano afirmó que, además de las anteriores, existe rica diversidad de plantas nativas que se han adaptado al cambio climático, como las 270 variedades de papa originaria, 200 clases de maíz y unos 3.600 granos de quinua que crecen en diferentes suelos del altiplano y los valles andinos.
"Tenemos que comenzar a recuperar la bioingeniería de nuestros abuelos", remarcó Ayala, que sostiene que la Autoridad de la Madre Tierra impulsa la formulación de proyectos integrales para recuperar la vegetación nativa.
Advirtió que el cambio climático que ha generado sequías, heladas y granizadas en el altiplano boliviano no solo afectó la economía comunitaria sino que provocó la pérdida de especies vegetales y la desintegración de las familias campesinas.
La Autoridad de la Madre Tierra está empeñada en levantar un inventario más riguroso de la flora en el altiplano y valles andinos y promover acciones desde el Estado para mitigar los efectos del cambio climático en Bolivia.
