"Quieren que sea masacrado antes del día en que sea juzgado", criticó Lula visiblemente emocionado ante más de 4.000 personas que le mostraron su apoyo en Curitiba, la ciudad donde tuvo lugar el interrogatorio.
Lula, líder del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), respondió durante cinco horas a las preguntas de Moro y de los investigadores de la Lava Jato sobre el caso del apartamento de Guarujá, por el que está acusado de corrupción pasiva.
Según los investigadores, el inmueble sería una especie de agradecimiento de la empresa constructora OAS por los favores prestados por Lula dentro de la trama corrupta de Petrobras.
En su declaración ante el juez, Lula negó rotundamente que el apartamento sea de su propiedad y dijo que sólo trató del tema con el expresidente de OAS Léo Pinheiro en dos ocasiones, pero que después descartó quedárselo.
En su discurso ante la multitud que le apoyaba desde la plaza Santos Andrade de Curitiba, Lula agradeció el cariño de sus seguidores, que lanzaban cohetes y le aclamaban como próximo presidente.
"No tengo tamaño para tamaña solidaridad (…) No tengo palabras para agradecer", dijo Lula, que añadió que la relación que el mantiene con sus seguidores no es la de un político normal: "Somos compañeros", proclamó.
La expresidenta brasileña Dilma Rousseff, sucesora de Lula y destituida el año pasado tras un proceso político, tomó el micrófono antes que Lula y expresó su "emoción inmensa" por la fuerte movilización popular.
También remarcó su "alegría" por saber que Brasil no seguirá por el mismo camino recorrido hasta ahora, un camino "de golpe, de atrasos", en referencia a las reformas del Gobierno de Michel Temer (Partido del Movimiento Democrático de Brasil).
Miles de brasileños de los movimientos sociales de izquierda como el Movimiento de los Sin Tierra (MST) y sindicatos como la Central Única de los Trabajadores (CUT), se desplazaron en los últimos días a Curitiba para acompañar al expresidente en su cita ante el juez.