La reforma laboral es una de las patas de la agenda económica del presidente Michel Temer y pretende flexibilizar las relaciones entre empleados y empleadores con el objetivo de dar facilidades a la generación de empleo, según el Gobierno.
"No existe ninguna justificación teórica para decir que generará más empleo, lo que veremos es una degradación del trabajo; la medida precariza, implica claramente una reducción de los derechos del trabajador", dijo poco después de la aprobación el líder del opositor Partido de los Trabajadores (PT), Carlos Zarattini, en la Cámara de Diputados, según recoge el diario Folha de São Paulo.
La iniciativa incluye la posibilidad de dividir las vacaciones en tres partes, abre la puerta a jornadas de hasta 12 horas de trabajo y acaba con la obligación de contribuir para financiar a los sindicatos, entre otras modificaciones.
La reforma laboral podría aprobarse esta misma semana y es un termómetro para calibrar los apoyos con los que cuenta Temer para sacar adelante su otra gran reforma, la del sistema de pensiones.
La aprobación de esta última es más compleja, porque al modificar la Constitución requiere una mayoría más amplia, motivo por el cual su votación se aplazó a la segunda semana de mayo, para ganar tiempo e intentar convencer al máximo número de congresistas posible.
Tanto la reforma laboral como la del sistema de pensiones cuentan con un fuerte rechazo popular y su derogación es el principal objetivo de la huelga general que sindicatos, partidos opositores y movimientos sociales de izquierda convocaron en Brasil para este viernes.