Esos malware estaban apuntados a minar la actividad de instituciones financieras, a practicar la extorsión mediante bloquear el acceso del usuario a los datos de su ordenador y exigirle un rescate por el desbloqueo, a lanzar ataques DDoS (de denegación del servicio) y enviar correos electrónicos con spam.
Según la Interpol, la operación se llevó a cabo en cooperación con jueces de instrucción de siete países de la región: Malasia, Indonesia, Birmania, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam, también China hizo su aporte.
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"La operación ayudó a descubrir y localizar ciberdelitos, lo que antes no lograban estos países", declaró el presidente del grupo de trabajo euroasiático de lucha contra la ciberdelincuencia, Francis Chang.