Los expertos explicaron a Sputnik por qué la búsqueda de soluciones para el problema de los refugiados se ha convertido en el deseo de mantenerlos a raya y cómo Occidente usa a los refugiados como herramienta política.
Métodos inhumanos
"Los países europeos han creado métodos inhumanos para limitar el flujo de migrantes a sus territorios. Ellos construyen paredes con alambres de púas, instalan cercas eléctricas. Además, buscan una manera legal de no permitir la entrada de migrantes en sus países", explica Eda Bekci, representante de la Asociación de Solidaridad con los Refugiados en Esmirna, Turquía.
"Lastimosamente, hemos visto que ante la llegada de grandes oleadas de refugiados, los altos estándares de Europa en materia de derechos humanos han sido puestos en el cajón más alejado", prosigue.
"Esto no corresponde con la idea de la 'dignidad humana'. Las personas deberían tener derecho a recibir refugio por medios legales. (…) Los más de 60 países que firmaron la Convención de Ginebra deberían cumplir con su deber", enfatiza la experta.
"Fuimos testigos de cómo en los cafés se negociaba el transporte de refugiados a través de la frontera. (…) En Esmirna reinaba el caos. Pero después la Unión Europea prohibió el cruce de la frontera y todo terminó. Si Turquía vuelve abrir la frontera puede repetirse algo similar. (…) Esto llevaría a que más gente intente cruzar la frontera de manera ilegal, realizar un viaje peligroso e incluso mortal".
Drama humanitario
"Actualmente, en Turquía se vive un drama humanitario. Al mismo tiempo, en Grecia hay refugiados que se encuentran en una situación sin salida. Estamos hablando de cerca de 30.000 personas que la Unión Europea no quiere recibir. Occidente realiza una política hipócrita en este asunto", considera Yildirim Sahin, representante de la Asociación Puente entre los pueblos, desde Esmirna.
"Está absolutamente claro quién dio inicio a la guerra en Siria y para qué. Occidente está tomando medidas para que el fuego que ellos prendieron con sus propias manos no lo queme", añade.
Turquía abrió la puerta a 3 millones de refugiados, una decisión bastante complicada; estas personas son consideradas mano de obra barata, explica Sahin. Los refugiados trabajan por 25 liras (6,7 dólares) al día por 10 o 12 horas, de manera ilegal, sin acceso a un servicio de salud o de ayuda. Los refugiados, cree Sahin, fueron un salvavidas para la economía de Turquía, que antes de lo ocurrido se encontraba al borde de una crisis económica.
Sin embargo, "a los países europeos no les importa en qué condiciones viven [los refugiados] en Turquía; para ellos es importante tan solo que [los refugiados] no se trasladen hacia Occidente", concluye Sahin.
En la misma línea que los otros expertos, Ali Saltan, documentalista y profesor de la Universidad de Baskent, Turquía, considera que la situación en el país otomano es inhumana y demuestra la indiferencia y el menosprecio para con los refugiados.
"En Turquía los refugiados viven como si estuvieran en una cárcel al aire libre. Muchos, con pleno conocimiento de causa, no quieren echar raíces acá y prefieren guardar la esperanza de que se irán pronto", señala el documentalista.