"Después de un terremoto está la posibilidad de que se mezclen las aguas buenas, la potable, con las servidas, y eso se logró controlar y por suerte no hubo una epidemia después del terremoto", dijo Lasso.
El sismo dejó 670 muertos, más de 250.000 niños afectados y muchos de ellos permanecen aún en albergues, dice el último informe de la organización no gubernamental Plan Internacional.
"Ahí se probó la capacidad de nuestras instituciones que se han creado con este proyecto que en Ecuador llamamos Revolución Ciudadana, los comités de emergencia, esta experiencia no puede pasar así nomás, nos debe dejar muchas lecciones aprendidas", agregó.
El terremoto alcanzó una magnitud 7,8 y tuvo más de 3.000 réplicas, lo que devastó varias ciudades costeras de las provincias de Manabí y Esmeraldas (oeste) y por ese motivo, aseguró Lasso, se trabajó para recuperar las ciudades lo antes posible pero todavía queda trabajo por hacer.
El exrepresentante de Ecuador ante la Organización de las Naciones Unidas también admitió que si se viaja a las ciudades de Manta, Esmeralda o Manabí se pueden encontrar "todavía evidentes pruebas inequívocas, dolorosas de que por allí pasó el terremoto".
El costo de la reconstrucción tras el terremoto se había estimado inicialmente en 3.300 millones de dólares aproximadamente.