"La cantidad de ballenas asesinadas no corresponde con la actividad científica. A través de una muestra de piel y grasa se puede obtener casi toda la información que se necesita para estudiar ballenas sin matar al animal. En un juicio contra Japón llevado a la Corte internacional de Justicia de la Haya presentado por Australia, se comprobó que esas cacerías se realizan con fines comerciales", dijo a Sputnik el director del Organismo de Conservación de Cetáceos de Uruguay, Rodrigo García.
Para García la cifra de 333 ballenas asesinadas es aún mayor. "En el recuento no se tienen en cuenta las hembras embarazadas. La mitad de las ballenas cazadas suele ser hembras y de esa mitad, la otra mitad está embarazada", indicó.
Para el especialista es importante destacar que Japón no está solo en esto. El país asiático recibe apoyo de países balleneros como China, Corea, Islandia, Noruega y Dinamarca.
De continuar con estas prácticas se podría afectar al calentamiento global. "Las ballenas aportan de nutrientes al océano. A través de su materia fecal fertilizan los océanos favoreciendo el crecimiento del fitoplancton [conjunto de los organismos acuáticos autótrofos del plancton, que tienen capacidad fotosintética y que viven dispersos en el agua], desde donde se inicia la cadena productiva marina. El fitoplancton oceánico es uno de los grandes pulmones de nuestro planeta, se estima que el 45% del oxígeno del mundo se produce a partir de estos vegetales", concluyó.