Las incesantes lluvias atronadoras (llamadas por los antiguos peruanos Unu Pachacuti) que provocan la furia del mar azotando al Perú con aluviones o huaicos (llocllas) y cubriendo pueblos enteros con lodo y agua, han causado muerte, desesperación y devastación en 811 distritos nacionales, igual que ha sucedido periódicamente en el transcurso de la historia de la nación desde tiempos remotos.
Entender las leyes de la naturaleza no significa que seamos inmunes a sus operaciones
(David Gerrold, autor de Star Trek — Viaje a las Estrellas)
Las incesantes lluvias atronadoras (llamadas por los antiguos peruanos Unu Pachacuti) que provocan la furia del mar azotando al Perú con aluviones o huaicos (llocllas) y cubriendo pueblos enteros con lodo y agua, han causado muerte, desesperación y devastación en 811 distritos nacionales, igual que ha sucedido periódicamente en el transcurso de la historia de la nación desde tiempos remotos.
Según el Estudio Nacional del Fenómeno El Niño (ENFEN), el Niño Costero seguirá azotando al Perú hasta mediados de abril, trayendo lluvias muy fuertes en la costa, especialmente en Tumbes, Piura y Lambayeque, donde se calcula que caen 258 litros de agua por cada metro cuadrado de lluvia. Por ejemplo la ciudad portuaria de Huarmey, de 18.000 habitantes, situada en el departamento de Ancash y ubicada a unos 298 kilómetros de la capital Lima, ha sido inundada por completo, llegando el agua, mezclada con lodo denso, a un metro y medio de altura, aislando a sus pobladores del resto del país y dejándolos completamente desabastecidos y carentes de agua potable, electricidad y el resto de servicios básicos.
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Los fenómenos meteorológicos El Niño (la fase cálida), La Niña (la fase fría) y El Friaje (caída repentina y brusca de la temperatura acompañada por fuertes vientos) no son nada nuevo y su presencia es milenaria y recurrente en Perú. En los tiempos modernos El Niño azotó al país en los años 1972, 1976, 1982-83, 1987, 1997-1998, 2003. Este fenómeno de intensidad moderada ocurrió en el Pacífico Central en los años 2002-2003 y 2009-2010 mientras que en 2004 fue caracterizado por la intensidad moderada. El actual Niño Costero parecido por su intensidad al fenómeno registrado en 1891, 1925, 1982-83 y 1997-98, empezó a formarse a fines del 2016 cuando unos vientos del norte, provenientes de Centroamérica favorecieron el desplazamiento de aguas cálidas hacia la costa peruana y en menos extensión a la ecuatoriana.
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De acuerdo con la investigación del ingeniero y físico Manuel More, este Niño ha nacido a la altura del Perú y se caracteriza por una lengua de agua caliente de 986 millas de largo y 286 millas de ancho que se ha formado por debajo de la latitud cero y abarca desde el sur de Ecuador al norte de Perú con una temperatura de casi 29 grados centígrados lo que está incrementando la humedad atmosférica que trae como consecuencia la presencia de fuertes lluvias. Normalmente, frente a las costas peruanas sopla el viento del sur al norte, lo que ayuda a traer la corriente marina de Humboldt que es fría, pero esta vez aparecieron los vientos del oeste que trajeron lluvias de la Sierra Central.
El Niño es un antiguo acompañante de Perú cuyo origen se pierde en ignotas eras geológicas en períodos prehumanos. La estudiosa peruana María del Pilar Paredes y otros geólogos y botánicos han encontrado evidencias de la flora tropical en el subsuelo de Talara, lo que ahora es el desierto de Sechura que se produjo debido a un Mega Niño. En 1897 el prominente explorador Antonio Raimondi escribió un manuscrito en el que constataba que "El Niño, como tal, es conocido desde que las civilizaciones preincas como los Moche, los Lima y los Nazca se asentaron en las costas del Perú antiguo. Le geomorfología, los estudios de sedimentos y la paleontología señalan que el Fenómeno El Niño ocurre por lo menos desde hace 40.000 años".
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Raimondi también anotó que "estas investigaciones arqueológicas demuestran que cambios drásticos del clima afectaron la costa central del Perú (Cultura Lima, aproximadamente 400 d.C). La situación resultó especialmente dramática para la nación Moche en la costa norte del Perú (200-700 d.C). Todo indica que durante las primeras décadas del Siglo VII de nuestra era, esta próspera civilización sufrió los estragos de un prolongado e implacable episodio El Niño". El historiador peruano, Lorenzo Huertas describió en su libro 'Diluvios Andinos a través de las Fuentes Documentadas' (2001), el cuidado especial que tenían los incas con los fenómenos de unu pachacuti (huaicos), chaque pachacuti (sequía extrema) y hatun pachamcuyun (sismos).
De acuerdo con el doctor Pulgar Vidal ('El Huaico es un Recurso Natural', Revista Marka Nro. 196, 19 de marzo 1981), los incas controlaban el huaico desde donde comienza en las quebradas, irrigándolas. También plantaban una caña brava llamada 'mallao' que se sembraba entre 3000 y 4000 metros de altura formando una esponja vegetal que hacía que el agua corriera lentamente. El líquido aparecía tierra abajo en forma de puquios y ojos de agua. El agua sobrante se llevaba hacia lagunas artificiales,'cochas', que se utilizaban para irrigar andenes y otras superficies por medio de 'huallanchas' (acequias).
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Entre otras técnicas para manejar el huaico no permitían que las aguas turbias lleguen al cauce de los ríos. "En cada pequeña quebrada lateral los pobladores recogían el agua turbia, el lodo y los echaban al campo". Con la conquista, todas estas técnicas se perdieron y actualmente el hombre en este mundo globalizado y neoliberal está prácticamente a la merced de la naturaleza. Año tras año los peruanos invaden las riberas de los ríos y las quebradas construyendo casas para que en unos 5 o 10 años los huaicos se las lleven. El gobierno central, regional y local, todos hacen de la vista gorda a las invasiones, inclusive les cobran por tomar posesión ilegal y hasta los bancos otorgan préstamos a estos invasores auspiciados por mafias de terrenos.
El informe detalla también que unas 12.000 viviendas, 25 escuelas y ocho establecimientos de salud están destruidas, además de 2.000 kilómetros de carreteras y unos 100 puentes colapsados. Lo curioso es que uno de los puentes más antiguos del Perú, Puente Balta, inaugurado en 1869 en Lima, sigue resistiendo intacto durante 148 años las embestidas del río Rímac, llamado "río Hablador", mientras que el Puente Solidaridad construido en la capital en el 2010 se ha desplomado a los siete años por insuficiencia de la cimentación de las bases y carencia de protección de concreto. Así funciona un país neoliberal donde la calidad de la obra está reemplazada por el número de las obras realizadas con el mínimo de costo. Pues la corrupción hace desaparecer el dinero otorgado para una construcción nueva.
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Sin embargo, a pesar de todo esto el pueblo está resistiendo, mostrando iniciativa, coraje y solidaridad. El actual gobierno también, a pesar de sus limitaciones que impone el sistema neoliberal, está tomando medidas para remediar la tragedia y preparándose para nuevas muestras de la furia de El Niño Costero. Varios países latinoamericanos como Ecuador, Bolivia, Colombia, Argentina, Uruguay están mostrando solidaridad con los peruanos damnificados enviando ayuda.
Calmado El Niño, el país empezará a reconstruir las regiones devastadas lo que costará no menos de 10.000 millones de dólares. Después, al apaciguarse los ríos y secarse los terrenos entrarán de nuevo en acción los traficantes de terrenos y la gente comenzará a construir casas en los mismos lugares afectados por El Niño Costero con la indiferencia de las autoridades, y así se repetirá la tragedia en unos años. Como dijo Julio Verne, "podemos desafiar las leyes humanas, pero no podemos resistir a las naturales".
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK