"El diálogo puede contener la violencia todo el tiempo que sea necesario, en la visión desde la sensibilidad del Gobierno (pues) nosotros no nos vamos a lanzar a un aventura y provocar una guerra civil, todo lo contrario, intentamos evitar que se produzca una guerra civil en Venezuela, mientras el otro sector (la oposición) no se da cuenta", dijo Chaderton.
"Tengo una buena y una mala noticia para los opositores violentos y es que en caso de guerra civil, la buena noticia para ellos es que podrán matar a los chavistas (seguidores del oficialismo) y a los hijos de sus vecinos chavistas; la mala noticia es que en una guerra civil también podría ocurrir lo contrario y esa locura la estamos tratando de evitar", apuntó.
Mano extranjera
En los últimos meses, autoridades de varios países se han pronunciado acerca de las dificultades del diálogo y de la situación política venezolana.
Para Chaderton hay sectores de extrema derecha "intentando matar al mensajero" con sus posturas y declaraciones.
En este aspecto, el jurista calificó de "apresuradas, imprudentes e inmaduras" las declaraciones del ministro de Exteriores de España, Alfonso Dastis, quien hace un mes afirmó que el diálogo en Venezuela no podía extenderse "sin límite".
"Dastis olvidó que la alternativa que España ofrece como ejemplo a la falta de diálogo es la guerra civil y la guerra civil les costó a ellos más de un millón de muertos en el año 36; pero la memoria histórica parece que les falla incluso a los dirigentes españoles de la ultraderecha", dijo Chaderton.
En cuanto a las declaraciones de los mandatarios Pedro Pablo Kuczynski, de Perú, y Mauricio Macri, de Argentina, sobre el presunto fin de la democracia en Venezuela, Chaderton sostuvo que ambos gobernantes conspiran contra el Gobierno de Nicolás Maduro.
"El papel de acuseta no se trata solamente de una actitud contraria a nuestra política en los foros internacionales, sino conspiraciones apoyadas por la ultraderecha", denunció.
Quieren matar el diálogo
"Hay sectores de la oposición que quieren matar el diálogo, porque pueden perder la vía a la que ellos están acostumbrados a recurrir en los casos de dificultades, que es la violencia, como ha sido en estos 18 años", argumentó.
En tal sentido, Chaderton recordó el intento de golpe de Estado de abril de 2002, cuando gobernaba Hugo Chávez (1954-2013), y los sucesos de 2014, en los que murieron 43 personas durante movilizaciones antigubernamentales.
"Hay que recordar que algunos de los dirigentes de oposición participaron gozosamente en el golpe del 2 de abril y desde allí han sido protagonistas de hechos desestabilizadores y violentos en diversas ocasiones", dijo.
Sin embargo, el representante del oficialismo aseguró que la opción del diálogo sigue latente, "y esos latidos los produce la mesa del Gobierno", que, "por el bien del país", busca seguir adelante con este proceso.
La oposición y el Gobierno de Venezuela comenzaron a dialogar el 30 de octubre con el objetivo de resolver la crisis política que enfrenta el país.
En el proceso participan como facilitadores designados por la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), los exgobernantes José Luis Rodríguez Zapatero, de España, Martín Torrijos, de Panamá, y Leonel Fernández, de República Dominicana.
También asiste al diálogo el expresidente colombiano y exsecretario general de Unasur, Ernesto Samper, y un enviado especial del Vaticano, inicialmente Claudio María Celli, más tarde sustituido por el nuncio apostólico Aldo Giordano.
La última reunión plenaria, en la que las partes se sentaron en una misma mesa en presencia de los facilitadores, se celebró el 12 de noviembre.
En aquella reunión se acordó trabajar por la paz, sumar esfuerzos para combatir "la agresión a la economía" nacional y superar el estancamiento generado por la declaración de desacato a la Asamblea Nacional (parlamento unicameral) emitida por el Tribunal Supremo de Justicia, entre otros puntos.
Desde entonces, se han mantenido algunas reuniones en mesas de trabajo puntuales y las partes siguen responsabilizándose mutuamente de incumplimientos.
Chaderton observó que, suponiendo que ambas partes incumplieron lo acordado, la diferencia radica en que una quiere seguir adelante con el diálogo, "porque de ello depende la tranquilidad y la estabilidad del país, mientras la otra busca el camino contrario".