Según el medio, mientras que algunas ideas se mostraron funcionales, otras sobrevivieron en la historia militar solamente como anécdotas. La cómica estrategia de los 'imanes ruidosos' retratada por Iain Ballantyne en su libro sobre el servicio secreto de la marina real británica, 'Hunter Killer', ha sido recordada en un artículo de NI.
Los responsables de las estrategias militares de la Alianza Atlántica temían que solamente una escalada nuclear fuera capaz de detener a la "manada submarina de lobos" soviética. La solución nuclear, sin embargo, sería un problema peor que la cuestión submarina inicial, consideró el medio.
La idea era hacer que racimos de imanes quedasen atrapados a los cascos metálicos de los submarinos soviéticos y sonasen con el movimiento de la embarcación, lo que posibilitaría escucharla y, de esa manera, detectarla. Los sencillos dispositivos, además, requerirían tiempo y esfuerzo para ser eliminados, lo que afectaría también la disponibilidad de la flota submarina soviética.
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Por extraño que pareciera, el concepto de los imanes fue un rotundo éxito y funcionó exactamente como se había planeado. El problema comenzó cuando el Auriga emergió a la superficie al final del ejercicio: los pequeños imanes se metieron en los agujeros y las ranuras del casco exterior de los submarinos diseñados para dejar fluir el agua. No era posible remover los imanes en el mar, sino solamente en el dique seco.
Submarino que logró el récord Guinness vuelve al servicio de la Flota rusa https://t.co/3sYBYznUSa pic.twitter.com/zqqpwqoCFU
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 23 de novembro de 2016
Los imanes ruidosos alcanzaron el resultado deseado en los submarinos soviéticos. Sin embargo, mientras que la marina de guerra soviética podía darse el lujo de estacionar uno o dos submarinos, la OTAN no podía. Los imanes funcionaron exactamente como se esperaba, pero eran simplemente demasiado complicados para ser prácticos a gran escala. Al parecer la OTAN solo desplegó el sistema unas pocas veces, concluyó NI.