En años anteriores, máscaras de la expresidenta Dilma Rousseff, del exdirector de Petrobras Néstor Cerveró y del expresidente de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha, eran habituales las calles de Río de Janeiro, pero este año todo apunta al exgobernador de Río de Janeiro, Sérgio Cabral.
En las aceras del barrio carioca de Copacabana un vendedor ambulante ya expende uniformes de presidario —una réplica de la camiseta verde de la Secretaría de Administración Penitenciaria— con su nombre por 30 reales (9,7 dólares).
Al constatar el éxito de la iniciativa el mercader amplió la oferta y ya tiene camisetas de la mujer de Cabral, Adriana Ancelmo y al empresario millonario Eike Batista, ambos detenidos en la misma operación anticorrupción.
Al margen de los disfraces son muchas las vertientes políticas del carnaval: en Río de Janeiro, por ejemplo, varios músicos y activistas están impulsando el bloco "Fora Temer", contra el presidente Michel Temer (PMDB).
El jefe del gobierno también suele aparecer representado en los blocos de Carnaval, casi siempre como un personaje de terror, sobre todo vampiro o mayordomo.
En Sao Paulo se está haciendo muy popular una "marchinha" —canción típica de Carnaval— que hace una sátira sobre el nuevo alcalde de la ciudad, Joao Doria, por su empeño en cubrir de pintura gris los grafitis de las calles.