En efecto: pocos amores han sido tan incomprendidos y vilipendiados como el que se profesaron la indígena nahua Malinalli Tenépatl y el conquistador español Hernán Cortés. Se juzga a sus protagonistas a la luz final de la Historia, que es el arte de las generalizaciones, en torpe olvido de lo biográfico, que se decanta por los detalles y vuelve únicos a cada hombre y mujer.
Lea más: El regalo perfecto de San Valentín: un ramo… de pollo frito
A Malinalli Tenépatl —la Malinche, corrupción de Malintzin, "noble prisionera"—, la Historia la llama "traidora". Se le cuestiona su entrega y devoción a Cortés, al punto que hoy "malinchismo" define peyorativamente en México la actitud de toda persona que prefiere lo extranjero por sobre lo nacional. Se suele olvidar que Cortés se aleja de la imagen estereotipada del saqueador inculto por su dominio del latín y sus conocimientos prácticos de leyes (algunos estudiosos lo consideran el auténtico escritor de la "Historia verdadera de la conquista de la Nueva España"); se suele olvidar también que antes de ser entregada a Cortés, Malinalli Tenépatl había sido vendida de niña por su propia madre a mercaderes de esclavos y que llegó al cacique Tabscoob como trofeo de una guerra que el maya le ganó a los mexicas.
Lea también: San Valentín en Rusia, amores bajo cero (y bajo el agua)
En su "teoría triangular del amor", el psicólogo estadounidense Robert Sternberg postula la necesidad de tres elementos que complementen a los sentimientos para volver sostenible una relación amorosa: "confianza, pasión y compromiso". El primero nace de compartir "sueños e ilusiones"; el segundo se nutre de la "atracción y el deseo" y el tercero procura el apoyo y la ayuda de la persona amada. Más allá de los insondables laberintos de la psique humana, el amor de Malinalli Tenépatl y Hernán Cortés es pródigo en estas certidumbres.
Más aquí: Colombia exporta más de 500 millones de flores por fiesta de San Valentín
Mucho de ello hay en el mural de Orozco con el que principian estas líneas: con su brazo izquierdo Cortés protege a Malinalli mientras su mano derecha sujeta con firmeza la diestra de la indígena. La desnudez de los protagonistas los despoja de lo aparencial para recrearlos como la pareja germinal del Nuevo Mundo. Un mundo nacido de un amor mal traducido por la Historia, que rebajó a miedo, vileza y vasallaje lo que fue biografía entreverada de confianza, pasión y compromiso. Un amor que destruyó a un imperio pero también forjó a un país.