El domingo 19 de febrero se celebran las elecciones presidenciales en Ecuador, que pondrán fin a diez años de Gobierno del presidente Rafael Correa.
Una de las propuestas más polémicas de Espinel es la de someter a consulta popular la inclusión de la pena de muerte en la legislación ecuatoriana.
Según el joven candidato esta iniciativa surgió después de "haber escuchado a la gente y entender que muchas familias perdieron a un ser querido y no les hicieron justicia".
Los delincuentes, sostiene, deben pagar "por sus culpas", especialmente si las víctimas son menores de edad o personas vulnerables.
"Hablamos mucho de derechos humanos, pero cuando asesinan a una persona defendemos al victimario y no a la víctima", asegura Espinel, para quien las penas por violación, asesinato o corrupción son "muy blandas".
Por ello asegura que la pena de muerte "será una medida disuasiva para que la gente se dé cuenta y evite cometer esos delitos".
Espinel es médico cirujano, magíster en Administración de Servicios Hospitalarios y docente de la facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Guayaquil; también fue presidente de la Asociación Nacional de Médicos Rurales del Ecuador.
Su cercanía al Gobierno y a sus funcionarios ha puesto en tela de juicio la veracidad de su candidatura, pues muchos lo acusan de haberse postulado únicamente para querer dividir a la oposición y restarle votos en las próximas elecciones.
El galeno es primo de Vinicio y Fernando Alvarado Espinel, ministros de Producción y de Turismo, respectivamente, quienes además son figuras influyentes en el Gobierno, ya que han estado al frente de su manejo propagandístico.
Su propuesta se enmarca en "superar la política del pasado y también la del presente, que ya no tienen a dónde ir" y apostar "por gente con vocación de servicio, que quiere gobernar con el corazón y no con los cálculos políticos".
Dice que de llegar a la presidencia, rescatará las obras importantes del actual Gobierno, pero también desechará las que considere inconvenientes.
La historia "ha demostrado que gente con mucha experiencia, con muchos pergaminos ha establecido una debacle en el país", y aunque su partido no cuente con una amplia trayectoria política, tampoco tiene como práctica "ser demagógicos ni corruptos".
"Sí tenemos pasión por el servicio", asegura.
Anchundia cree que su marido puede asumir la primera magistratura "porque quiere un cambio de verdad para su país; quiere sacar adelante a los ecuatorianos".
Aunque las encuestas lo ubican en los últimos lugares, Espinel se muestra expectante y espera buenos resultados de cara a las elecciones del próximo 19 de febrero en las que se elegirá al sucesor de Rafael Correa, quien gobierna Ecuador desde 2007.