El crítico artístico de The Guardian, Jonathan Jones, parece haber ideado una respuesta propia para esa última pregunta. La señora no está sonriendo más porque tiene una ETS: sífilis, para ser exactos. Y a pesar de que ella está posando para lo que más tarde se convertirá en el retrato más famoso de todos los tiempos, no puede dejar de pensar en su enfermedad y su muerte inminente.
En el momento en el que se pintaba la 'Mona Lisa', la sífilis se propagaba rápidamente por toda Europa. Por lo tanto, de todas las enfermedades venéreas potenciales que la mujer podría haberse contraído, Jones conjetura que la sífilis era la más probable.
Jones reconoce que su diagnóstico es poco seguro, pero la dolencia, según él, explicaría esa expresión enigmática y tímida de Mona Lisa que ha encantado a incontables personas durante cientos de años.