Estos funcionarios han advertido a la Casa Blanca de que la medida —sin precedentes con respecto a una institución oficial de un gobierno extranjero— pondría en peligro a las tropas estadounidenses en Irak y, en un sentido más amplio, la lucha contra el autoproclamado Estado Islámico o Daesh.
La entidad ya está sujeta a las sanciones del Tesoro estadounidense desde 2007, por desarrollar y apoyar actividades terroristas, pero su eventual inclusión en la lista de organizaciones terroristas extranjeras del Departamento de Estado de EEUU afectaría mucho más a los iraníes a la hora de viajar y acceder al sistema financiero internacional.
El gobierno de Barack Obama había estudiado esa opción, pero decidió finalmente que no era "conveniente", según un ex alto cargo de seguridad nacional.
El funcionario recordó en particular que Irán, junto con Siria y Sudán, es uno de los tres países que EEUU cataloga como patrocinadores del terrorismo, lo que de por sí implica una serie de sanciones estrictas.
Catalogar así al Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica equivale a declarar organización terrorista a los militares de una nación extranjera, dijo a The Washington Post un funcionario.
Semejante designación prohibiría cualquier "apoyo material" u otro tipo de vínculos con la entidad sancionada y podría, entre otras cosas, afectar los contactos indirectos que los militares estadounidenses mantienen con las milicias chiíes organizadas y respaldadas por la Fuerza Quds en Irak.
Muchos de estos grupos, señala el periódico, lanzaban regulares ataques a las tropas estadounidenses en Irak hasta su retirada a finales de 2011.
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— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 29 de enero de 2017
Cuando los estadounidenses regresaron en 2014 para ayudar a Bagdad en la lucha contra Daesh, hubo algunos problemas en un principio, pero los unos y los otros estaban combatiendo del mismo lado contra los yihadistas.
Las dos fuerzas operan ahora muy cerca unas de otras, ante todo en el contexto de la ofensiva que continúa en Mosul, pero mantienen distancia y evitan enfrentamientos por un acuerdo tácito negociado a través del gobierno iraquí.
Las sanciones a la guardia revolucionaria iraní, según el diario, reforzarían también a los partidarios de la línea dura, oponentes del actual presidente Hasán Rohani cuyo gobierno negoció el acuerdo nuclear de 2015 entre Irán y seis potencias mundiales.
Al mismo tiempo, The Washington Post reconoce que la preservación de Rohani tras las elecciones presidenciales de mayo difícilmente será una preocupación prioritaria para la administración de Donald Trump que criticó el acuerdo nuclear, impuso nuevas sanciones a individuos y entidades iraníes en respuesta a una prueba de misiles balísticos e incluyó a Irán en la lista de siete países de mayoría musulmana cuyos nacionales no pueden entrar en EEUU durante 90 días.