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No obstante, ahora EEUU y el Reino Unido —que también despliega los Tomahawk— ya no son las únicas naciones con capacidad de llevar a cabo una guerra de misiles de crucero de largo alcance, prosigue.
"El 7 de octubre la fragata rusa Daguestán y tres pequeñas corvetas que navegan por el mar Caspio, desataron una descarga de 26 misiles de crucero Kalibr con sus sistemas de lanzamiento vertical", recuerda Roblin.
El autor indica que existen más de una docena de variantes diferentes de la familia de misiles Kalibr que se diferencian en plataformas de lanzamiento, alcance, perfil de objetivo, velocidad, longitud —de entre 6 hasta 9 metros—. Sin embargo, todos están "empacados" con una ojiva de 450 kilos o una carga nuclear.
Los modelos antibuque tienen un alcance de entre 435 y 660 kilómetros y "se deslizan" a baja altura sobre la superficie del mar para evitar su detección.
"Los misiles Kalibr, equipados con el sistema de autodirección de radar activo, están también destinados para realizar maniobras evasivas en lugar de aproximarse en trayectoria recta", profundiza Roblin.
Los misiles Kalibr están desplegados en los submarinos de las clases Akula, Lada y Yasen y del proyecto 636.3 Paltus/Varshavyanka además de fragatas y corbetas.
Por otro lado, a juicio del autor, Rusia ha demostrado su capacidad de utilizar numerosos buques pequeños para desplegar "una poderosa arma de largo alcance" —ejemplo de una estructura de "fuerza distribuida"—.
"La idea es que en la era de misiles cada vez más letales y de largo alcance, sería más sabio extender la potencia de fuego por múltiples plataformas más pequeñas y prescindibles en lugar de poner todos los huevos en una canasta grande, costosa y vulnerable", explica el experto.
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Aunque Rusia sigue produciendo otros tipos de misiles de crucero navales, el Kalibr se considera "el pilar de las capacidades de ataque naval de largo alcance de Rusia", apunta.
"Mientras la versión terrestre ofrece un rendimiento similar al de los Tomahawk de EEUU", los misiles antibuque rusos con capacidad de alcanzar velocidades supersónicas parecen una arma mucho más mortal", concluye.