Mientras tanto, dice, Washington entró en una nueva carrera armamentista al lanzar el proyecto de desarrollo de un misil de disuasión estratégica basado en tierra (Ground Based Strategic Deterrent o GBSD, en inglés) que costará unos 85.000 millones de dólares del presupuesto militar estadounidense.
El Pentágono sigue mencionando la necesidad de este proyecto por la obsolescencia de la infraestructura del armamento balístico estadounidense, que fue creado a principios de los años 70.
"Es una buena noticia para los contratistas militares. Pero ¿hay que derrochar tanto dinero en su desarrollo?", pregunta el autor de la nota y añade que la ventaja principal del Sarmat es su alta precisión. Además, el misil ruso cuenta con un sistema innovador para pasar por la defensa aérea enemiga.
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Según el columnista, es posible que para el Sarmat no haga falta dicha capacidad porque la defensa aérea estadounidense solo puede contrarrestar a las armas de Corea del Norte e Irán, ya que tiene un montón de desventajas que reducen su efectividad.
El autor concluye que los misiles antiguos pueden hacerse útiles cuando los nuevos sean inseguros o demasiado caros en cuanto a los costes de mantenimiento.
Mientras tanto, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha expresado en varias ocasiones su sorpresa respecto a las preocupaciones de los países de Occidente sobre los ejercicios militares de las FFAA rusas y señaló que Rusia no representa una amenaza para nadie.