Sputnik ha entrevistado a Filippo Savarese, representante de las organizaciones públicas Generazione Famiglia y CitizenGO.
Según él, la comunidad internacional tiene que hacer frente a este grave problema del mismo modo que analiza los temas de la esclavitud y la prostitución. En Italia se prohíbe el alquiler de úteros pero es necesario prohibir su promoción y publicidad en otras partes, cree Savarese.
Lo curioso es que la justicia italiana suele adjudicar al niño comprado de esta manera a sus compradores, y no a su madre biológica. Esto se debe al hecho de que para el niño se considera mejor crecer en la familia de los que lo compraron, explica Savarese, ya que obviamente tienen más medios para su mantenimiento.
"Yo diría que un niño no es algo que pueda ser comprado. Un niño es una persona con sus propios derechos y dignidad. En primer lugar, somos seres humanos, y solo entonces somos hijos de alguien", expone el experto.
A su juicio, esta práctica hace que la vida humana se convierta en un negocio. La compra de personas se llama esclavitud, afirma, y hay que ponerle fin.