Sin embargo, eso no significa que la mayoría de los estadounidenses estén enojados con el presidente de Rusia, Vladímir Putin, ni que quieran castigar al país eslavo, observa el periodista, refiriéndose a los datos de las últimas encuestas.
"Tanto las sanciones antirrusas como los intentos de Obama de demonizar a Rusia por su intervención en las presidenciales parecen haber provocado un efecto contrario", enfatiza Bershidsky.
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"Parece que esto es lo que Putin siempre ha esperado de Norteamérica. Nunca ha soñado con unas relaciones amistosas e idílicas con EEUU", opina el autor. "Su objetivo era entablar un diálogo carente de motivos ideológicos y basado en los intereses comunes y el cumplimiento mutuo de los acuerdos".
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— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) 8 ноября 2016 г.
El columnista recuerda las palabras de Serguéi Karagánov, asesor de política exterior del Kremlin:
"La competencia con EEUU no va a desaparecer. Puede ser aguda e incluso peligrosa. Pero la llegada de la nueva Administración, que quiere centrarse en el crecimiento propio de EEUU, crea un abanico de oportunidades para normalizar las relaciones y construirlas sobre la base de intereses y equilibrios", cita el autor al político ruso.
Quizás el hecho de ser una potencia nuclear inspira cierto respeto hacia Rusia, prosigue.
O tal vez, al convencer a los estadounidenses de que los rusos intervinieron con éxito en las elecciones presidenciales en EEUU, los demócratas y los medios fortalecieron la idea del público sobre la fuerza de Rusia, así como la necesidad de tener cuidado a la hora de tratar con el país.
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"Si esto es cierto, entonces resulta que EEUU ayudó a Putin a reforzar aún más su poder", destaca Bershidsky.