Las empalizadas son una obra de fortificación que suele levantarse utilizando diversos troncos colocados en cruz o en filas paralelas, con las puntas talladas apuntando hacia el enemigo. Además, las ramas de estos árboles se afilan cuidadosamente para causar el mayor daño posible.
De acuerdo con el portal ruso Populayárnaya Mejánica —La mecánica popular—, este método es conocido desde hace siglos y ya fue utilizado por los combatientes de la Rus de Kiev —origen de la actual Rusia— para defender sus pueblos de las incursiones de los nómadas de las estepas.
Entre los siglos XVI y XVII, los cosacos utilizaron las empalizadas como líneas de contención en los accesos a las ciudades de Siberia. Estas fortificaciones les ayudaban a ralentizar el avance de la infantería y a entorpecer las maniobras de caballería de uno de los pueblos nativos de la región —conocidos en Rusia como kirguisos siberianos— y las tropas del kanato de Zungaria.
Para dificultar su desmontaje, los cosacos fortificaban las empalizadas con estacas que se hundían en la tierra.
Aunque las empalizadas contemporáneas no son capaces de detener a una columna de tanques durante mucho tiempo, por lo menos permiten retenerla momentáneamente, según declararon varios oficiales de la OTAN.