Desde el año 2015 la universidad sufre con retrasos en el pago a las empresas subcontratadas y trabajadores, pero la situación se volvió insostenible en las últimas semanas, hasta que el rector, Ruy Garcia Marques, escribió una dura carta al gobernador de Río, Luiz Fernando Pezão.
"Despreciar la enseñanza superior, los posgrados y la investigación y apostar por la miseria, en la violencia y en un futuro sin perspectivas positivas, forzar el cierre de la UERJ es no pensar en un futuro de nuestro estado y de nuestro país", avisaba el rector.
Para los más de 32.000 estudiantes de los diversos campus de la universidad, que sufren desde hace tiempo con interrupciones continuas en el calendario académico la rutina diaria se hace cada vez más cuesta arriba.
"El hospital tiene capacidad para 500 camas, pero ahora se están usando menos de 100; la mayoría de trabajadores son interinos y no cobran desde noviembre, así que muchos no acuden a trabajar, ni siquiera pueden pagarse el viaje, así que hubo que reducir el número de pacientes", explica.
"También faltan materiales, no hemos podido hacer exámenes serios, como electrocardiogramas, por falta de equipamiento", comentaba, alertando de que los profesores hace meses que no cobran, pero "hacen lo que pueden".
Hace unos meses fueron los trabajadores de la empresa que se encarga de la limpieza los que estaban sin cobrar, así que organizaron una huelga que dejó los pasillos de las facultades llenos de montañas de basura.
La universidad es una referencia en las investigaciones en ciencia y tecnología en Brasil –según el ranking Best Global Universities la UERJ es la séptima mejor del país y la 20ª de Latinoamérica-- pero ahora cientos de trabajos están paralizados por falta de recursos.
Según la rectoría de la UERJ la deuda a día de hoy alcanza los 360 millones de reales, (112 millones de dólares), casi un tercio de su presupuesto para 2016 (1.100 millones de reales, 344 millones de dólares), que ni siquiera se acabó de entregar al completo.
El hecho de que la UERJ sea una universidad pública hace que muchos de sus alumnos estén allí estudiando gracias a becas del gobierno, unas becas de inclusión que con la crisis llegan tarde y mal a sus beneficiarios, si es que llegan.
"Tengo muchos compañeros, muchísimos, que han dejado de venir a clase porque sin la beca se han visto obligados a buscarse un trabajo, otros se hacen préstamos, algunos el año pasado hasta perdieron la casa de alquiler en la que vivían", criticaba Trajano.
La estudiante, que milita como activista en el Centro de Estudiantes, no cree que la crisis de la universidad sea únicamente una consecuencia de falta de dinero.
Este jueves funcionarios públicos, estudiantes y profesores se manifestarán juntos en favor de la universidad y del hospital universitario en una marcha que se espera que sea masiva, mientras que para el lunes está prevista una asamblea de los trabajadores que podría desembocar en convocatoria de huelga.
Frente a las exigencias del mundo universitario el gobierno respondió con un comunicado de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación criticando que no se podía aceptar el "radicalismo" de amenazar con el cierre, porque en ocho años el presupuesto aumentó casi un 100%, lo que demuestra el "empeño y compromiso" del estado con la enseñanza superior.