Como resultado, Pekín se ha visto en una trampa: su respuesta ponderada está empezando a parecer débil a ojos del mundo, mientras que una reacción 'fuerte', seguramente, va a parecer excesiva e inapropiada, escribe Irina Alksnis, periodista del periódico ruso Vzglyad.
El primero fue la conversación telefónica entre Trump y la misma Tsai Ing-wen. Más tarde, Barack Obama, a finales del año pasado, firmó un proyecto de ley sobre gastos militares que contiene artículos referidos a la cooperación militar entre Estados Unidos y Taiwán.
La reunión de Cruz con Tsai Ing-wen fue el tercer gran obstáculo en el camino de las buenas relaciones entre EEUU y China. El encuentro tuvo lugar en Houston, donde la líder de Taiwán realizó una parada en el marco de su gira por diversos países de América Latina. Anteriormente, el Ministerio de Asuntos Exteriores chino había expresado sus esperanzas de que EEUU no permitiera el tránsito de Tsai Ing-wen a través de su territorio durante su viaje a América Latina. Sin embargo, además de en Houston, hizo una parada en San Francisco.
Así que Pekín pasó de los reproches formales a elevar el tono de sus declaraciones. La reunión de Cruz con Tsai Ing-wen recibió duros comentarios por parte del portavoz de Exteriores chino, Lu Kang. Además de Taiwán, el otro punto de fricción entre Pekín y Washington es Corea del Sur y la instalación en Seúl del sistema de defensa antimisiles THAAD norteamericano, que también pondrá a prueba las relaciones entre ambos países.