"Había una montaña de cuerpos, algunos descuartizados, sin brazo, sin pierna y sin cabeza; una escena dantesca, nunca vi algo tan horrible", dijo en declaraciones al diario "Folha de São Paulo".
El motín dejó 56 presos muertos, lo que convierte a esta matanza en la mayor desde el episodio de la cárcel de Carandiru en São Paulo en 1992, cuando murieron 111 personas.
El juez fue llamado por la secretaria de Seguridad Pública del gobierno de Amazonas porque la mayoría de presos le conocen y le tenían respeto, lo que en su opinión ayudó a la liberación de los rehenes.
Según el relato del juez después de los asesinatos los propios presos retiraron los cuerpos del patio donde se realizaron las ejecuciones, los colocaron en la entrada de la cárcel y volvieron a sus respectivas celdas.
La matanza fue una batalla entre dos facciones rivales del narcotráfico: un grupo de miembros de la Familia do Norte (FDN) atacó a otros presos del Primeiro Comando da Capital (PCC).