Los análisis posteriores de las sustancias tóxicas empleadas en el ataque revelaron que estos materiales eran de origen estadounidense, mientras que la bomba que los contenía había sido fabricada en Alepo.
Además, en los depósitos encontrados en el taller de la ciudad siria se puede ver una abreviatura escrita en alfabeto latino: OOH UN 308.
Samer Abbas, representante del Cuerpo Nacional Sirio para la Implementación de la Convención sobre la Prohibición de las Armas Químicas, envió a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) un fichero de documentos con pruebas sobre el uso, por parte de los terroristas, de armas con iperita —también conocido como gas mostaza— contra la población civil.
Los expertos del Ministerio de Defensa de Rusia también recolectaron pruebas del uso de armas químicas por parte de los insurgentes en la localidad de Marana Um Hosh, ubicada entre el sur de Alepo y el norte de la ciudad de Maraa.