Según el borrador el gobierno establece un mínimo de 25 años de edad y de 25 de contribución al sistema para poder acceder a la jubilación, pero esos 25 años solo garantizan el 76% del valor de la pensión, para tenerla completa habría que trabajar 24 años más.
El Gobierno argumenta que la esperanza de vida de los brasileños aumentó en los últimos años y que la población está envejeciendo rápidamente, por lo que es necesario adaptarse para garantizar que el sistema siga siendo viable.
Por el momento los militares quedan al margen de esta reforma, y los deficientes físicos y trabajadores insalubres continuarán están sujetos a reglas especiales.
Las nuevas reglas empezarán a afectar a hombres con hasta 49 años de edad, y a mujeres de menos de 44 años, para los mayores habrá una etapa de transición y para los que ya están jubilados no cambia nada.
Sin embargo, aún está lejos de entrar en vigor: primero tendrá que ser aprobada en la Cámara de Diputados y en el Senado en dos votaciones en cada caso, ya que al modificar la Constitución el texto requiere de unas medidas especiales.
La reforma de las pensiones es la segunda gran medida económica del Gobierno de Temer, tras la presentación de la PEC 55, que pretende congelar el gasto público durante los próximos 20 años al vincular su crecimiento al de la inflación.