"Nuestra posición en las negociaciones sobre el tratado de paz sigue sin variar, partimos de que es indispensable que Tokio reconozca los resultados de la Segunda Guerra Mundial, en particular en lo que atañe a las Kuriles del Sur, tema que servirá de punto de partida para cualquier diálogo serio", señaló.
Según el vicecanciller, el progreso puede lograrse solo en un ambiente de confianza en las relaciones ruso-japonesas y teniendo un más alto nivel de cooperación en todos los dominios, lo que permitirá buscar las soluciones mutuamente aceptables.
Morgúlov reveló que no se planea debatir a fondo este problema durante la reunión de los cancilleres de ambos países, Serguéi Lavrov y Fumio Kishida, del 3 de diciembre en Moscú, que será la etapa final de la preparación de la visita oficial del presidente de Rusia, Vladímir Putin, a Japón, fijada para el 15 y el 16 de diciembre de 2016.
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Dijo que al llegar a Japón el 15 de diciembre, Putin se reunirá con el primer ministro, Shinzo Abe, en la ciudad de Nagato, de la prefectura de Yamaguchi, patria chica de los antepasados de Abe.
Al día siguiente las negociaciones se desarrollarán en Tokio, prevaleciendo en la agenda la cooperación económica, y pueden culminar con la firma de unos 30 documentos.
Tokio condiciona la firma del tratado de paz con la devolución de lo que llama territorios del Norte, las cuatro islas del archipiélago de las Kuriles (Iturup, Kunashir, Shikotan y Habomai) que reclama a Rusia alegando el Tratado de Comercio y Fronteras de 1855.
Moscú, a su vez, señala que estos territorios fueron traspasados a la Unión Soviética en virtud de acuerdos internacionales y que Rusia asumió la soberanía de los mismos como sucesora legal de la URSS.