Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles (Bertolt Brecht, 1898-1956)
Hace poco, el poeta argentino Guillermo 'Negro' Franco comentó que "Fidel ha sido de estas personas que han ofrecido a su pueblo un trato especial, fue un inquieto y superlativo en la conciencia humana. Castro nos enseñó cómo ser un superhéroe. Si ellos tienen al Capitán América, nosotros tenemos al Comandante Latinoamérica". Tan osado y visionario fue el comandante Fidel que su legado de unidad, solidaridad, internacionalismo antiimperialista, su reivindicación del socialismo, vivirá para siempre guiando nuevas generaciones de Nuestra América en su lucha por la justicia social.
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En realidad, los buitres del pasado nunca han dejado de vivir en paz a la Perla de las Antillas desde el triunfo de la Revolución cubana en 1959. La isla y su líder se convirtieron en una enfermiza obsesión de Washington que desató una campaña de atentados, sabotajes y sanciones económicas tratando de sofocar a Cuba y matar a su líder. En total, hubo 638 intentos de asesinar a Fidel. Y no han podido matarlo ni destruir el socialismo en Cuba. Al darse cuenta de que ni la desintegración de la Unión Soviética ni la desaparición del campo socialista en Europa lograban poner de rodillas al socialismo en Cuba, la Casa Blanca y sus secuaces latinoamericanos y caribeños entraron en pánico y empezaron a convertir sus deseos en una aparente realidad, informando periódicamente sobre una muerte repentina de Fidel Castro.
Cuando finalmente el periódico cedió a las presiones y tomó un rumbo de desinformación y calumnias contra Cuba, el trabajo para los librepensantes y los que no coincidíamos con la línea oficial de Washington, se tornó mucho más difícil en El Diario. Sin embargó, llego el día en que Fidel cayó gravemente enfermo y esto despertó la codicia de Washington y de la derecha cubana, deseosa de retomar el control de la isla. Fue a fines del 2006 cuando, de repente, dos periodistas que podíamos viajar a Cuba cobramos tremenda notoriedad. Nos ofrecieron 'el oro y el moro', una edición especial de la cobertura, etc, etc. Un fotógrafo chileno y la que escribe fuimos llamados a la dirección y urgidos a ir a cubrir "la muerte y el sepelio de Fidel Castro".
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Muchos periodistas desde diferentes partes del mundo habían llegado a La Habana y en vano esperamos el desenlace. Muy por lo contrario, como decía un poeta, 'el cadáver gozaba de buena salud', para felicidad de su pueblo y el mundo. La decepción de mi director fue tal que hasta hoy me causa regocijo recordar su cara de disgusto. No me recibió los habanos que le traje de regalo, jamás publicó los múltiples artículos que preparé a cambio del 'sepelio', como la Economía de la Isla, el Desfile y su nuevo armamento, el homenaje multitudinario por la salud de Fidel con entrevistas a Gabriel García Márquez y Evo Morales, ni tampoco le interesaron las encuestas multimedia en la calle, ni la entrevista a los familiares de los Cinco Héroes encarcelados en los Estados Unidos, hoy ya libres. Mi columna 'El Caiguarán sigue de pie', enviada desde la isla, causó tal polémica que la disidencia de Miami pidió mi despedida inmediata, que finalmente no fue efectiva.
Fidel ha muerto, y ahora los buitres nuevamente están sobrevolando la isla. El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ya ha dado a conocer sus planes siniestros sobre Cuba y dijo que el legado de Fidel consiste en "escuadrones de ejecución, robo, sufrimiento, pobreza" etc., pero lo más preocupante fue su agradecimiento especial, por el apoyo a su campaña electoral presidencial, a los hoy ancianos excombatientes de la Brigada de Asalto 2506 que, en 1961, participaron en el fallido desembarco de Bahía de Cochinos.
La vida de Cuba con o sin Fidel sigue su rumbo y tras el triunfo del ultraconservador Donald Trump, en la isla comenzaron las maniobras militares a nivel nacional para estar listos para defender la soberanía nacional, tal y como les enseñó Castro.
Hasta siempre, Comandante Latinoamérica.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK