Pero detrás de todos esos datos, cifras y pretenciosos informes, quedan sus verdaderos protagonistas, personas que tal vez no serán mencionadas en los libros de historia, pero cuyo valor y sacrificio diario han permitido alcanzar esta importante victoria ante el terrorismo internacional.
¿Quiénes son los soldados del Ejército sirio? ¿Qué es lo que los motiva a combatir a los radicales en vez de escapar junto a miles de emigrantes a Europa? ¿A qué le temen y cómo ven el futuro de su país después de acabado el conflicto?
Corresponsales de Sputnik se han adentrado en las primeras filas para traerles varias historias de los que día a día arriesgan su vida en el frente de batalla.
A pesar de su apariencia severa, Abu Naser no puede contener las emociones. Tiene una mujer y dos hijos a los que puede ver un par de horas cada tres días. Antes de unirse a las filas del Ejército sirio, trabajaba como funcionario y ahora solo tiene la esperanza que la guerra termine lo más pronto posible y pueda volver a su familia y a su trabajo.
"Me uní a la lucha después de que mi hogar en Homs fuese bombardeado. Hubo decenas de muertos y heridos. Habían partes de cuerpos mutilados por todas partes".

Otro soldado, Basil, que ahora se las arregla muy bien con el lanzacohetes RPG-7, en la vida civil era estudiante de la facultad de derecho de Deir Ezzor. No ha visto a sus familiares por más de 4 años, ya que viven en las zonas de Alepo ocupadas por los radicales, quienes no los dejan salir.
"Miro a menudo nuestra foto, eso es lo que mantiene mi llama encendida. Quisiera combatir en mi tierra natal, así podría estar cerca de mi familia".
Mientras los soldados cuentan sus historias, constantemente se escuchan explosiones y ráfagas de ametralladoras. Los soldados dicen que lo más peligroso no es eso, sino que algún civil sea en realidad informante de los radicales. Lo que más les atemoriza es un potencial golpe en la espalda.

Abu Mahmud cuenta que cada día los radicales se mezclan entre los civiles e incluso intentan pasar los puestos de control del Ejército entre ellos. Los soldados, al contrario, siempre pueden ser identificados y encontrar su muerte a mano de los radicales en cada esquina.
Otro soldado, Abu Abdulla, nos contó su triste historia. Su hijo de 17 años fue ejecutado en Homs, ya que su padre fue considerado un "traidor" por no unirse a los radicales.
"Yo amo a mi patria y no quiero que continúe su destrucción. Quiero liberar a mi país de los terroristas, para que vuelva a su vida pacífica y que todos regresen a sus casas".
Khalid, de la provincia de Raqqa, es un voluntario. Vivió durante un tiempo bajo los yihadistas de Daesh, pero en cuanto logró escapar, se unió a las filas del Ejército sirio.
"Mi familia aún permanece en los territorios controlados por Daesh. En cuanto logré escapar, me uní al Ejército sirio. Los terroristas nos amenazan con cortarnos la cabeza y otras formas de ejecución. Pero nuestra fuerza de voluntad es más fuerte. Nosotros venceremos".
En septiembre de 2016, justo antes del inicio de la operación a gran escala para expulsar a los radicales de Alepo, la cadena Anna News entrevistó a varios de los soldados del Ejército sirio.
Hadja es una de las pocas mujeres que sirven en el Ejército sirio. Según sus palabras, a sus 37 años decidió combatir a los yihadistas, después de haber presenciado la masacre que los radicales ejecutaron en el pueblo de Khanasir, a 60 km de Alepo.
"Quisiera que todas las mujeres también se uniesen al Ejército sirio ya que los radicales no muestran piedad con nadie: mujeres, niños, asesinados en el suelo. Lo he visto con mis propios ojos. Las mujeres eran cruelmente torturadas. Y todo eso lo hacían personas extrañas para nosotros".

Kais Kadur tiene 31 años y es nativo de la capital, Damasco. Antes de la guerra era propietario de una pequeña empresa dedicada al transporte. En 2011, al inicio del conflicto, decidió vender su pequeña empresa dedicada al transporte para unirse a las fuerzas sirias.
"Aquí defiendo mi país. Es mi deber. Hace diez días amigos míos murieron en Homs. Que el Señor tenga piedad y los bendiga. Mi tío, general del Ejército sirio, también falleció por una bala de los terroristas. Que el Señor le tenga piedad. Quisiera decirles a los terroristas internacionales que aquí encontrarán su fin. Y a los rebeldes sirios les pido que por favor, bajen las armas. Nuestro gobierno ya ha amnistiado a cientos de ustedes. Vuelvan a sus familias, a sus hogares. Vuelvan."
Hamadnur Mahdar también es nativo de Damasco. Con tan sólo 28 años, Hamadnur, ya es padre 4 niños. El conflicto ya se llevó la vida de su primo y su tío. A pesar de todo, muestra su disposición de luchar hasta expulsar a todos los terroristas de Siria.
"Cuando hablo por teléfono con mis hijos, me preguntan 'papá, ¿cuándo volverás?' y yo les respondo que me esperen, que lo haré en cuanto termine mi misión. A nosotros nos enseñaron que nuestra tierra es nuestro honor. Y tenemos un principio: o vencemos, o morimos. No hay tercera opción".
